Los caminos del agua: Las cuencas bolivianas
Desde los océanos que rodean al continente y desde la cumbre de las más altas montañas, el agua ha construido rutas interminables por donde viaja, rauda, hacia donde necesita estar. Como consecuencia, los ríos, lagos y demás formaciones hidrográficas han creado a su alrededor algunos de los paisajes más icónicos, hermosos y espectaculares que nuestro país contiene.
Con el equipo de Una Gran Nación, viajamos hacia las tres cuencas más importantes de Bolivia: la del Amazonas, una maravilla salvaje e indomable; la del Plata, diversa y rica, y la del Altiplano, fría y elegante. Cada una de ellas tiene su encanto, su magia y, por supuesto, su impacto ambiental, social, económico y cultural.
Estos espacios forman sistemas de la más alta importancia para Bolivia, proveyendo de agua dulce a todo el territorio, permitiendo el transporte a través de la navegación, ofreciendo recursos alimenticios, etc. Las cuencas están formadas a su vez por 10 subcuencas, 270 ríos, 184 lagos y lagunas, alrededor de 260 humedales y, por supuesto, seis salares, de los cuales destacan el de Uyuni y el de Coipasa. Una riqueza única, rodeada de bellezas naturales y de diversidad de vida, ecosistemas y culturas que representan parte de nuestro patrimonio e identidad.
La Cuenca del Amazonas
La más grande y poderosa de las cuencas, un sistema que abarca una superficie de 718.137 km2, representando el 65,4% del territorio nacional. Sus ríos, lagos y vertientes muestran la fuerza del trópico, recorriendo interminables distancias de cálida selva, configurando el hogar de millones de especies del norte y el este de Bolivia. Sus caminos, que ocupan Pando, Beni y Cochabamba enteramente, además de la zona noreste del departamento de La Paz, alimentan y protegen a miles de comunidades, ciudades, pueblos y asentamientos, además de ser la principal fuente de agua de todas estas zonas.
Con UGN, hemos visitado el caudaloso río Beni, que forma parte del sistema amazónico. Sus poderosas aguas y hermoso paisaje son suficientes para demostrarnos la grandiosidad de las selvas del oriente boliviano. Paisajes que marcan el alma con su indomable belleza, donde cada centímetro de tierra está ocupado por vida y crecimiento.
La Cuenca del Plata
Elegante y hermosa, la cuenca que compartimos con Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Sus ríos y vertientes abarcan desde el altiplano de Bolivia, al oeste, hasta llegar a su destino final, el océano Atlántico, al este. Un paisaje configurado alrededor del agua, la Cuenca del Plata es la segunda más grande de Latinoamérica, después de la del Amazonas, y su riqueza no se queda atrás. Viven allí aproximadamente 355 especies de peces, además de abarcar cerca de tres millones de kilómetros cuadrados a lo largo del continente.
En nuestro país, los ríos Bermejo y el Pilcomayo, hijos de la Cuenca del Plata, han configurado el paisaje y lo han convertido en lo que hoy conocemos: los deliciosos valles del sur boliviano le deben su existencia a la erosión de estas aguas. Los valles tarijeños, encantadores y familiares, son el producto final del río, del agua.
La Cuenca del Altiplano
Tal vez la más curiosa de las tres, esta es también conocida como Cuenca Cerrada o Cuenca Lacustre, por su característica de no estar conectada a ningún océano de manera directa. Sin embargo, es la que más paisajes icónicos y reconocidos ha creado: las lagunas, la Azul, la Verde, la Roja, la Blanca, el salar de Uyuni, el salar de Coipasa, el lago Poopó y, por supuesto, la joya de la corona, el lago Titicaca, guardián de las frías aguas del altiplano.
En sus aguas, las antiguas culturas lograron transformarse y convertirse en imperios. Sus orillas vieron el nacimiento de las culturas que hoy todavía viven en sus hogares ancestrales. Los salares nos hablan de misteriosos océanos y lagos, que el tiempo ha secado, pero no borrado. Todo el sistema es un recuerdo constante de que el tiempo pasa, pero la naturaleza lo conquista.
Estas maravillas nos pertenecen, están a nuestra disposición y podemos visitarlas. Sin embargo, cada día, los sistemas de las cuencas se ven más amenazados. La contaminación, el calentamiento global, el uso indiscriminado de los recursos y la irresponsabilidad, tanto gubernamental como turística, han causado estragos en puntos estratégicos del paisaje hidrográfico de Bolivia.
Así el cuidado de nuestras cuencas es una prioridad. Al visitarlas, debemos ser responsables y estar al tanto de la importancia de los lugares a los que nos acercamos, su mística, los recuerdos que carga el agua. Entender que, por donde pasa un río, donde se sienta un lago o donde descansan las nieves eternas, se ha forjado nuestra historia: la historia de Una Gran Nación.