Raúl Rivero, un escritor prolífico
Raúl Rivero Adriázola tiene 61 años, es cochabambino, economista de profesión y escritor prolífico: 15 obras en 10 años. Pero se enorgullece medo de eso que de lo que ha leído, “modestia aparte, más de 3 mil libros”, dice sonriendo.
Sonríe a menudo, este escritor, y su rostro se ilumina de entusiasmo al hablar de sus obras: crónicas, ensayos y novelas. También es autor de estudios serios relativos a su profesión, pero eso no menciona, es más “soy muy ingrato con mi profesión”, confiesa. Y le agradece, porque “soy exitoso como economista, tengo un nombre como analista financiero, como elaborador de proyectos, me ha dado los recursos para meterme a la literatura y a escribir por qué esto no te da plata. Gracias a mi profesión que me dio un colchoncito (de recursos) para hacerlo”.
¿Qué ha detonado tu ímpetu literario?
Hay dos vertientes en esto. La primera viene de la publicación de un libro que es un resumen de los artículos que escribí para Los Tiempos, acerca de mi antepasado, el general Francisco Burdett O’Connor. La obra se llama Retazos de historia, y contiene partes de sus memorias que me parecieron trascendentales. Cuando la publiqué, don Werner Guttentag, de la editorial Los Amigos del Libro, me dijo que tenía que seguir escribiendo, que lo hacía muy bien,
Luego tuve una consultoría donde tenía que describir 32 lugares de Bolivia, todos con el mismo formato, entonces, como hacer tantos iguales no me parecía lo mejor, los redacté de manera diferente cada uno.
El resultado es que quien revisó el texto que me había encargado, me agradeció porque en lugar 32 documentos igualitos, cosa que le daba miedo, leyó algo ameno. Así, ella también halagó mi escritura.
Yo ya tenía la semillita, la idea de que en algún momento tenía que escribir. Y esos dos episodios han sido como los detonantes para lanzarme a escribir.
Y a eso, modestia aparte, se incluye que he leído más de 3 mil libros. Entonces tenía mucho backround, mucho material detrás de mí. Entonces me lancé con otra cosa a partir de la lectura de El Código da Vinci. Me lo recomendó mi profesor de literatura en el colegio Don Bosco.
Al terminarlo, le pregunté por qué me había hecho leer eso. “Para que veas las cosas que ahora cree la gente y tú tienes más conocimiento”, me dijo. Eso fue como un desafío. Luego en una reunión de amigos comenzaron a hablar bien del El Código da Vinci. Yo pensaba lo contrario y les dije que “cualquiera escribe una cosa así”. “A ver escribí un libro tú”, me respondieron.
Y de ahí salió El Conjuro Juliano y la falsificación de Leonardo, en 2010, que trata de un conjuro galo, entregado por un druida a Julio César, y quien lo descifre iba a ser el duelo de Europa, mi historia llega desde ese momento hasta Luis XIV, rey de Francia.
Me salió fácil, lo escribí en tres meses.
Luego me vino el bichito y me puse a escribir Los Constantinopolitanos, que es mi libro más querido porque gente de afuera me ha dicho que es realmente una obra mayor.
Luego vino La Segunda Ley, en 2012. Después me metí a temas bolivianos, con Memorias bajo fuego, que trata de parte de la historia boliviana: La Guerra del Chaco, el gobierno de Villarroel…, ese periodo, además me animé a escribirlo utilizando la técnica narrativa del flashback, es decir intercalé en el desarrollo lineal de la acción secuencias referidas a un tiempo pasado.
Todo sucede la mañana del 21 de julio de 1946 en el Palacio de Gobierno, de La Paz, donde están esperando el asalto de la muchedumbre.
De ahí el personaje narrador de la historia ve retrocediendo a la Guerra del Chaco, al gobierno de Busch, etc.
¿Hay alguna obra que sea tu favorita?
Uno de mis libros que me ha dado mucha satisfacción es El médico y el aventurero, donde relato que unos locos ingleses vienen a Bolivia, en 1928, a buscar el tesoro de Sacambaya… Un bielorruso, al que le entregan el mapa del tesoro funda una empresa, pone un aviso en el periódico buscando aventureros y uno de los que acude es Alan Hillgart, un inglés que estuvo realmente en 1928 buscando oro en Bolivia.
¿Por qué ese apego por escribir libros muy relacionados con la historia?
Escribo historia novelada. Mis personajes son todos reales, han existido. En el Médico y el aventurero, todos los personajes son reales, por ejemplo. Pero en algunos libros, pocos, introduzco personajes de ficción. Como en Memorias bajo fuego, donde el narrador es de mi invención.
Y en Los Constantinopolitanos, Doménico Colombo es ficticio y vive aventuras tremendas, incluso lo meten en los líos de las peleas por el papado.
¿Y cómo te has sentido en medio de esas pugnas?
¡Oh… he gozado como un niño! Yo he vivido lo que mi personaje vivía.
De alguna manera tú viajas en el tiempo. Has vivido varias vidas.
¡Claro! Me ubico en la época. Tengo que vivir lo que estoy contando. Por ejemplo, en La Segunda Ley —que es una historia que ocurre en los años 600 antes de Cristo—el narrador es un mercader fenicio que se pasea por el Medio Oriente, y yo he estado a su lado, codeándonos en sus viajes.
Es una experiencia deliciosa, y se me vienen ideas acerca de las peripecias que hago pasar a mis personajes.
Cuando estoy escribiendo se me vienen ideas que después se encarrilan en la historia… Y me divierto muchísimo
¿Ocurre que te posee la historia que cuentas?
No me gusta ese término, más bien yo jalo la cosa, la llevo por dónde quiero que vaya.
¿De dónde vienen las ideas de tus libros, de dónde viene el tema?
De mis lecturas, de ahí viene el origen de las ideas de lo que escribo. La vida real también interviene. Como en Sanders, que es la continuación del Médico y el aventurero.
Y ahí mientras pergeñaba esta novela, supe de un amigo mío, peruano que vive en Cochabamba, cuya esposa es boliviana, pero de padre austriaco, me contó que su suegro supo que, durante la Guerra Mundial, su tío cayó preso en Rusia, y los bolcheviques liberaron para que vaya armar lío contra los del Ejércitos Rojo, ahí vuelve a pie hasta Viena.
No hay casusalidades, sino causalidades.
Pero yo soy más lector que escritor, como dijo Borges “Que otros se enorgullezcan por lo que han escrito, yo me enorgullezco por lo que he leído”.
Lector y escritor, Rivero Adriázola sigue escribiendo,y leyendo. Su última obra, El Gobierno de Salamanca (1931 - 1934) se publicó hace un año y es una obra de tres tomos, más de 1.700 páginas en la que restaurar la verdad histórica y revalorizar la figura del presidente Salamanca.
FRASES
“Leen poco”
Hay un grave problema en los escritores nacionales leen poco, su escritura es muy limitada, salvo excepciones.
“Se dónde hallar información”
Mis lecturas son muy amplías, por ejemplo, si estoy escribiendo sobre el siglo VI antes de Cristo, se dónde voy a hallar información al respecto.
“Como dijo Borges...”
Yo soy más lector que escritor, como dijo Borges “Que otros se enorgullezcan por lo que han escrito, yo me enorgullezco por lo que he leído”