El otro modelo exitoso de desarrollo cruceño
Cuando se ve desde el aire la hacienda Benevento destacan los manchones de tupido bosque junto a espacios organizados y el río San Jorge. Un marcado contraste con lo que pasa a unos cientos de metros, quizás un kilómetro, de su límite este. Allí la fiebre inmobiliaria volvió a arrasar con toda la vida que encontraba a su paso, incluidas. Lo mismo que sucedió a aproximadamente 50 kilómetros al norte, donde abundan los monocultivos de soya transgénica y caña, los agrotóxicos, los incendios… el ecocidio sostenido.
En la hacienda Benevento pasa exactamente lo contrario. Suman 57 hectáreas de producción diversa. No se usan químicos, no se quema nada y se practica un riguroso y equilibrado cuidado del bosque y sus diversas manifestaciones de vida. Se convive con una singular región donde confluyen la llanura chaco beniana y el bosque chiquitano. Este proyecto está ubicado en el municipio de Colpa Bélgica, a 45 kilómetros al norte de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.
Alta productividad
La notable diversidad que en Benevento se ha logrado ya constituye un desafío para la memoria. “Producimos café, cacao, almendra chiquitana, moringa, achachairú, maracuyá… —inicia el listado Orlando Saucedo Ianone, el principal ejecutivo y propietario de la hacienda—. También hay una variedad de cítricos como toronja, lima, limón, mandarina, limón—mandarina y la naranja siete sabores”. Y la lista en los registros sigue con kinoto, sandía y guayabilla silvestre. Suma frutos poco conocidos y propios de la zona como el dulce bí, los multisabores ocorocillo y tarumá o la amarga pero medicinal guabirá.
También se cosechan hortalizas, frejol, soya orgánica, maíz y arroz. Se cultivan especies aromáticas y caña, así como 15 especies maderables, donde destaca la emblemática, y en otras regiones extinta, mara. “Hemos sembrado mara también como un homenaje a Federico Bascopé, el primer ingeniero forestal del país de quien aprendimos mucho”, remarca Saucedo. El empresario rememora la serie de conocimientos que decidió adquirir para organizar esta singular estancia.
Y consecuentemente, una de las frases que diversos profesionales y activistas recuerdan de Bascopé parece ajustarse a esta clase de emprendimientos: “El bosque no es sólo madera; el bosque es tierra, suelo, vida silvestre y las gentes que viven es estas zonas”. Benevento está definida como una hacienda agroecológica. Para desarrollar de manera sostenible y equilibrada su diversa producción se aplica el enfoque de manejo biodinámico. Es decir, se busca la interacción ideal entre los reinos mineral, vegetal, animal y el ser humano.
El sistema
Cada tronco, cada hongo, cada insecto y la infinidad de microorganismos parecen tener y ganar importancia. Se los acomoda y reacomoda. Se los multiplica o potencia en preparados especiales realizados en meticulosos procesos bioquímicos. O se cuida su notable labor de ingeniería, como en el caso de los escarabajos estercoleros. Éstos, a partir de la bosta de vacunos, penetran más de medio metro en los suelos con nutrientes, construyendo ductos revocados con alta precisión.
“Recolectamos microorganismos del bosque para que se vayan reproduciendo en el suelo, por ejemplo, hongos —explica la bióloga Raquel Cárdenas Medrano, responsable del área—. En la agricultura industrial que usa químicos matan a los microorganismos. En cambio, aquí se lleva vida al suelo para que se mantenga. Los microorganismos actúan. Y, en lugar de fumigadores, por ejemplo, trabajamos con gallinas que reducen casi al cien por ciento de los insectos que atacan a determinadas plantas”.
Todo con monitorización digital, georreferenciación, supervisión y evaluaciones especializadas constantes. “Hay microclimas y también eventos climáticos inesperados, entonces hacemos un seguimiento al proceso climático a todo nivel —añade Cárdenas—. Más allá evaluamos el comportamiento del bosque. Entonces así sabemos cómo proyectar los cultivos”. “Gracias a los hongos y a preparados biodinámicos que aplicamos al sistema de raíces, las plantas se comunican entre ellas, intercambian nutrientes —complementa Saucedo—. Y se vuelven más resistentes”.
Otro tipo de ganadería
Pero además este tipo de producción se va articulando a otros proyectos complementarios y afines. Como es sabido, el modelo agroindustrial que marca a grandes empresas y a su polémica producción es complementado por la ganadería intensiva o industrial. Benevento trae lo suyo para su propia filosofía de desarrollo. A unas decenas de metros se halla la hacienda san Genaro. Allí, donde otrora hubo cultivos de caña y ganadería extensiva, se ha lanzado un proyecto de ganadería regenerativa.
Se trata de una práctica que evita la depredación de los campos. Más bien, los va preservando y fertilizando gracias a un monitoreado control del consumo de pastos que realiza el ganado y la regeneración que se cuida en las plantas. “El área se convierte en la llamada ‘bomba de carbono’ —ha definido el experto argentino Pablo Borelli—. Estas ‘bombas’ secuestran toneladas de dióxido de carbono atmosférico, lo que coloca a los productores como parte de la solución al cambio climático más que parte del problema como están vistos hoy en día”.
Y en San Genaro no se usan hormonas ni los artificios clásicos que derivaron en complejas consecuencias que afectan al ganado en la ganadería industrial. El proyecto suma ya varios meses en su dinamización y se plasma sobre una superficie de 375 hectáreas. En general, gracias a la filosofía productiva aplicada en Benevento y san Genaro, obviamente, no sólo la fauna invitada resulta agradecida. Raquel Cárdenas y estudiantes universitarios han ido registrando diversas especies que habitan o llegaron a la región.
“Hay fauna en abundancia y se mantiene la cadena trófica —cita la bióloga—. Hemos registrado varios circuitos de monos y ardillas. Hay seis especies de abejas nativas registradas y se han reportado otras cinco más. Existen también 26 especies de anfibios, siete de murciélagos. Llegan a las lagunas que hay en la hacienda patos silvestres”. Y mariposas, y diversas aves y hasta traviesos topos que, cuando alguna raíz muy dulce les tienta, generan algún pasajero dolor de cabeza en el personal.
Tendencia creciente
El tándem Benevento-San Genaro sirve como ejemplo de lo que ha empezado a ser tendencia. Proyectos similares, afines o complementarios sumados a cientos de tozudos productores pequeños refuerzan este otro modelo de desarrollo y se van encontrando entre sí. Se reúnen, por ejemplo, en el Consorcio Regional de Experimentación Agropecuaria (CREA). Se constituye en grupos de 12 productores que se visitan rotativamente entre sí cada mes en uno de los proyectos. En esas ocasiones comparten experiencias, analizan problemas y soluciones que puedan presentarse en uno y otro caso.
Es una especie de ayuda mutua que permite tener 11 asesores en el sitio una vez al año e intercambiar pareceres cada mes. El grupo CREA-Misiones, al que pertenece Saucedo, se halla enfocado más en la ganadería regenerativa. Junto a empresarios privados también participan de esta iniciativa reconocidas instituciones. Suman allí la Fundación Patiño, la Fundación para Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC), con su hacienda Alta Vista y la Fundación Infocal, con la escuela técnica-pecuaria san Josecito.
Diversos productos de estas organizaciones han recibido ya la plena y oficial certificación ecológica e iniciado sus respectivos procesos de comercialización. Destacan allí las frutas y verduras de la colonia Piraí o de la Fundación Patiño. En el caso de Benevento se añade una ya destacada producción de frutas y, especialmente, el café orgánico ecológico. Mientras tanto se proyectan el cacao y la almendra amazónica, entre otros.
“Es muy importante que en Bolivia, en este tipo de proyectos, se comprenda la importancia de las nueces —señala Laurent Poulet, investigador francés que apoya el proyecto en diversas áreas—. En Europa y otras regiones del planeta, el consumo de nueces como la almendra chiquitana tiene una proyección muy importante. Hay varios otros productos que debidamente trabajados generarían un potencial económico muy grande para el país”.
Los desafíos
Sin embargo, por el momento y muy probablemente desde hace décadas, si algo destaca por su ausencia para este modelo de desarrollo es el apoyo del Estado. Se evidencia en este caso un contraste a la inversa. El respaldo que ha tenido la agroindustria marca una diferencia abismal, pese a todos los problemas y polémicas socioambientales que ha generado.
“Queremos que sean espacios de reserva, de producción de conservación, de apoyo a productores y estudiantes que se permanezca a lo largo del tiempo —define Saucedo—. Hay aún en muchas partes del norte integrado pequeños productores que buscan qué hacer con su tierra. Aquí les proponemos que puedan diversificar su producción para tener más resiliencia tanto al cambio climático como a las fluctuaciones del mercado. Que puedan así mantenerse en su territorio productivo y le agreguen valor tanto ambiental como turístico, y tener una vida digna”.
Por ahora, otra tendencia ha sido lapidaria en no pocos casos. La depredación inmobiliaria o el agronegocio han comprado tierras de ex pequeños productores y éstos se vieron forzados a emigrar a las grandes ciudades. Con ello, tal cual han señalado investigadores como Carlos Hugo Molina, se pierden territorio, distribución de territorio entre la población y ciudades intermedias. Paralelamente se acrecientan angustiantes crisis sociales. De hecho, se ha calculado que, de seguir así las cosas, hacia 2032, el 90 por ciento de la población boliviana ocupará el 10 por ciento del territorio. Dentro de nueve años, el 90 por ciento vivirá en ciudades.
“La tierra que heredamos de nuestros ancestros —reflexiona el propietario de Benevento—. Lo que entregamos a las futuras generaciones, si lo entregamos como suelo vivo, más rico, dará prosperidad. Eso debemos comprender como sociedad. Lamentablemente, se busca monetizar todo lo más rápido posible. No se trabaja a largo plazo. Es una señal de que se estamos totalmente desconectados de la esencia de la vida. Hay que pensar en un nuevo modelo”.