
EN VOZ ALTA
Bolivia vive en crisis permanente, marchando al abismo para detenerse, desandar camino y reemprenderlo en igual dirección. Una y otra vez. Como un adicto a la adrenalina, “la hormona del estrés”, indispensable para vivir. A veces, hasta morir. Al final del siglo XX, esa incesante dinámica se alimentó de resentimientos nuevos, invencibles. Como el racial.
El 13 de octubre fue instituido como día del abogado boliviano por Ley N° 903 de Víctor Paz Estenssoro, el 12/12/1986. La fecha fue elegida en homenaje a la creación de la primera Facultad de Derecho en el territorio hoy boliviano, en 1681, como parte de la Universidad Mayor, Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca. Años antes, la Federación Boliviana de Abogados había consagrado el 27 de julio a los abogados del país, recordando el nacimiento de Don Pantaleón Dalence, preclaro jurista boliviano.
El 10 de octubre de 1982 culminó la transición de las dictaduras militares a la democracia con la ascensión de la Unidad Democrática y Popular (UDP) al poder en una demorada segunda vuelta electoral indirecta vía Congreso. Los senadores y diputados elegidos el 29 de junio de 1980 votaron sin acuerdo de por medio -por tanto, sin comprometerles apoyo alguno- por los candidatos ganadores por mayoría relativa en esas elecciones, Hernán Siles Zuazo y Jaime Paz Zamora, quedando ungidos como presidente y vicepresidente de Bolivia.
En 1990 los pueblos indígenas bolivianos de tierras bajas pidieron convocatoria a asamblea constituyente, en su primera marcha por el territorio y la dignidad que recorrió 640 Km desde Trinidad hasta La Paz. Con base en su exclusión de la toma de grandes decisiones frente a los mestizos e indígena de tierras altas.
No podía ser de otra manera. El discurso del presidente de Argentina en la Asamblea de las Naciones Unidas este 25 de septiembre ha provocado, y mucho. Su impronta deriva naturalmente en críticas y apoyos, casi siempre sin medias tintas. Se lo quiere o se lo odia. Punto. Esta vez, el objeto de su alocución se relaciona directamente con un motivo de especial atención de parte de que quienes dedican una parte importante de la vida a los Derechos Humanos; en consecuencia, también es provocativo para ellos.
Ingrato se hace el recorrido por los medios de comunicación y las redes sociales de quienes se interesan por lo que está sucediendo, y recolectan información para saber dónde están parados. Para comprender su mundo. Dentro de él, su país. El nuestro. El que en 2025 cumplirá sus 200 años de fundación en un estado calamitoso como nunca se pensó se encontraría. Menos después del auge de los precios de las materias primas que ocasionó el ingreso de ingentes recursos económicos y financieros de una dimensión no vista antes en Bolivia desde 2006.