
CIUDADANO X
Por supuesto, se dirá al leer la siguiente lista que idealizamos. Pero a veces es bueno acordarse de aquella opinión del estratega Dick Morris, hacedor de presidentes, quien pragmáticamente aconsejaba adoptar el idealismo “porque funciona”. Veamos:
Que se liberen a todos los presos políticos, mediante amnistía general, irrestricta e incondicional.
Que el Estado “deje hacer” al agro. Que se produzca y exporte libremente, sin cupos ni controles de precios.
Siguiendo la pequeña tradición instituida en 2021, pauso por Navidad el comentario de la actualidad política, para hacer un recuento de eventos relacionados con las letras que, de alguna forma, me tocaron o en los que participé.
El psiquiatra español Pablo Malo define al efecto o falacia del costo hundido como “un sesgo que describe la tendencia a seguir invirtiendo en algo, incluso cuando está claro que no es una buena idea, simplemente porque ya se ha invertido dinero en ello”.
El investigador de la psicología evolucionista dice que también existe una falacia “cognitiva” del costo hundido, que consiste en que “nos esforzamos aún más en tareas (sin esperanza) sólo porque ya hemos invertido mucho esfuerzo en ellas”.
La caída del régimen de 50 años de los Assad en Siria demuestra una vez más que las tiranías no son eternas. “¿Es un imperio/esa luz que se apaga/o una luciérnaga?”, dice un haiku de Borges, palabras que vienen a la memoria ante la aparente facilidad con que se dio el derrumbe de esta sangrienta dictadura familiar, que no dudó en usar armas químicas en gran escala contra la población civil.
Sí, así como lo ve el asombrado lector en el título de esta columna: ese es el verdadero trasfondo del proyecto de Ley 240, pomposamente titulado “Por los Bosques y otros Sistemas de Vida”, en el estilo grandilocuente al que ya nos tiene acostumbrados la legislación masista, que suele encubrir bajo estos nombres los auténticos propósitos de sus normativas estatistas.
Los procesos electorales suelen ser una tensión entre lo más tangible (el bolsillo o la billetera de los votantes) y aspectos intangibles como las ideas, las emociones o la siempre volátil percepción.
El exministro de la presidencia y otrora “hombre fuerte” del régimen de Evo Morales, Juan Ramón Quintana, dijo que “no será un blanco fácil” y que no se pondrá frente a ninguna “mira telescópica”, en alusión a sus conflictos con la facción gobernante del MAS y a las indagaciones de las que es objeto por la organización del reciente ciclo de bloqueos, donde se detectó armamento y lo que se podría calificar como una incipiente estructura preguerrillera.
Bajo la apariencia de algo deseable, el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) podría estar regalándole a Bolivia un caramelo envenenado. Es decir, que en el envoltorio de la exclusión definitiva del reeleccionismo de Evo Morales, los que en rigor son exmagistrados del TCP han asumido funciones propias del Tribunal Supremo Electoral (TSE), incluso emitiendo criterios sobre quiénes pueden o no postular con base en otras gestiones distintas a la presidencial.
Evo Morales viene perdiendo batalla tras batalla desde febrero de 2016, cuando amplios sectores del país, sobre todo jóvenes de clase media, se articularon de una manera flexible y descentralizada a través de las plataformas ciudadanas, haciendo sinergia en redes y calles para decir NO a la reelección indefinida. De allí vendría su segunda derrota, en 2019, con una repulsa colectiva al fraude electoral.
“Si no hubiera sido por este movimiento político, el MAS-IPSP, tal vez en este momento estaríamos en una guerra interna, una lucha armada”. La frase pertenece a Evo Morales y fue pronunciada hace cinco meses. En el contexto actual, de múltiples bloqueos evistas con presencia de elementos armados, los dichos del expresidente pueden leerse más como una amenaza que como un diagnóstico, con esta posible traducción: “Devuélvanme el control del partido o desataré el caos”.