
EL SATÉLITE DE LA LUNA
Las protestas actuales en contra de la jubilación obligatoria a los 65 años de edad tienen, no cabe duda, una motivación económica (las magras rentas del sistema vigente), pero también sicológica (la conciencia de estar más cerca al final del camino). Cuán cerca no lo sabemos, pero la ciencia ha progresado mucho en la predictibilidad estadística de la esperanza de vida individual con base en el estado general de salud, los antecedentes familiares y las enfermedades de base que arrastramos.
He aprendido de la cultura boliviana (la cual suele ser bastante solemne) que el sarcasmo y la ironía no son siempre entendidos y, por ende, bienvenidos.
Aun así, correré una vez más el riesgo de parecer insultante y declararé sin medios términos que el actual gobierno es el mejor en 40 años. Lo que pasa -como dijo un afamado oceanógrafo boliviano- es que “ustedes no lo visualizan” o no entienden el significado profundo de las políticas revolucionarias que se llevan a cabo.
Termino la trilogía de columnas anecdóticas de un italiano en Bolivia, con algunas amenidades de mi faceta poco conocida de “farmacéutico”. Resulta que la familia de mi esposa Sonia (RIP) poseía la más antigua farmacia de La Paz y, como esposo comedido, no rehusaba ayudar en ciertos horarios esencialmente con la caja (para no ser acusado de ejercicio ilegal de la profesión).
A pedido del “respetable”, complemento mi columna de hace 15 días con otras anécdotas relacionadas con mi “ser “italiano” en Bolivia, tratando, esta vez, de explicitar mejor algunas enseñanzas. Si el dolor es la sal de vida, las anécdotas, especialmente las amenas, son la miel de la existencia.
Para la columna de hoy he seleccionado el área de la docencia universitaria, que ejercí entre 1974 y 2015.
Toda existencia, máxime si es larga y variada como la mía, está repleta de anécdotas. Entre ellas hay algunas que se relacionan con viajes, la familia, el trabajo o la vida pública. Sin embargo, en mi caso, agradezco a la “Società Dante Alighieri” porque, para celebrar sus bodas de plata en Bolivia, me propuso reunir algunas de esas anécdotas relacionadas con “el ser “italiano” y transformarlas en una amena charla de casi una hora de duración. Hoy sintetizo aún más mis recuerdos en esta columna de pocos minutos de lectura.
Si me preguntaran qué pruebas de la resurrección de Jesucristo existen, sólo se me ocurrirían tres y ninguna de ellas contundente si se la aísla de la fe: la tumba vacía, las apariciones del Resucitado y una especie de “principio antrópico” (la expansión y subsistencia de la Iglesia cristiana durante 2 mil años, a pesar de ella misma). De esas tres, la tumba vacía puede tener explicaciones no necesariamente sobrenaturales, mientras que las apariciones, narradas tardíamente, tienen un fin que va más allá de “demostrar” la resurrección.
Envejecer conlleva la pérdida gradual e irreversible de algunas capacidades físicas, empezando por la audición. Sin ser una enfermedad, el proceso de la progresiva sordera es particularmente molestoso por sus efectos en las relaciones sociales, mucho más que otras facultades que se degradan con la edad. Ni qué decir cuando la sordera se manifiesta a temprana edad o cuando una buena audición es parte de las herramientas de trabajo, como en el caso de los músicos.
Bolivia es finalmente miembro pleno del Mercado Común del Sur (Mercosur) en medio del escepticismo de los entendidos en comercio exterior. Y no es para menos. Ingresamos a una zona de libre comercio como enanos en un partido de la NBA. Para muestra un botón: nuestros indicadores macroeconómicos (PIB anual y per cápita, IDH, Deuda y Déficit como porcentaje del PIB) compiten con Venezuela por situarse a la cola de los seis países. En suma, los términos de intercambio comercial no nos son favorables casi en nada.
Encuentro grandes ambigüedades en el concepto de “daño económico al Estado” (DEE), que en términos generales es la afectación al patrimonio del Estado por parte de funcionarios y autoridades, pero que se ha vuelto motivo de persecución política.