“Los hijos de Dios no están a la venta”, fueron las últimas palabras de Jim Caviezel finalizando la película que con impaciencia esperé su llegada, me refiero a “Sound of Freedom” (Sonido de Libertad). La esperé con impaciencia por un par de razones: la primera porque quería ver de primera mano y con mucha credibilidad la exposición pública de una realidad cruda. La segunda, porque temía que no llegara y sea censurada como lo fue en otros países.