Para muchos exestudiantes del colegio Juan XXIII, el padre Alfonso “Pica” Pedrajas era una eminencia y apreciado por su brillantez en la educación. Esta imagen cambió hace más de una semana, cuando se develó el diario del cura en el que confiesa las agresiones sexuales contra al menos 89 alumnos.
Disparan desde la sombra, se enmascaran detrás de un nombre falso, son cobardes por naturaleza, nunca dan la cara. Insultan, difaman y amenazan desde su mediocre escritorio de funcionarios públicos o algún “búnker” subterráneo.