Cada noche, en el espacio abierto entre la Basílica catedral y la Plaza de Armas de Puno, jóvenes de esta ciudad del sur de Perú se reúnen para ensayar danzas folklóricas, la mayoría de ellas con el fin de participar en diversas fiestas patronales, especialmente la más importante de ese país, que es la festividad de la Virgen de la Candelaria. Se trata de una actividad sana y de fomento a la cultura propia, pero existe un detalle: muchos de los bailes que se ejecutan en esa fiesta no son peruanos, puesto que se originaron en otro país, Bolivia.