Eduardo Rodríguez-Campadello, el Paganini boliviano
La música es un arte que nos acompaña a diario y que combina sonidos, melodías y ritmos. Dentro de esta forma de arte, la música académica o erudita es el pináculo absoluto. Los estudiosos de esta disciplina deben entregarse a ella en cuerpo y alma para lograr ser verdaderos maestros. Eduardo Rodríguez-Campadello es un virtuoso que encarna esta frase.
El jueves 21 y viernes 22 pondrán en escena el concierto de “Las cuatro estaciones” del compositor Antonio Vivaldi. Rodríguez-Campadello será el director y solista de esta propuesta que deleitará a la ciudad de Cochabamba.
¿Cuáles fueron los motivos que lo impulsaron para introducirse en el mundo de la música?
El principal motivador fue mi padre. Él era melómano, amaba escuchar la música, y tenía los famosos discos de vinil. Periódicamente, hacía sesiones privadas él mismo, donde ponía toda la música que tenía. Además, tenía una colección de discos de vinil en la que venía la historia de los compositores. Entonces yo leía las leyendas de los grandes músicos que son historias de entrega y de sacrificio por la música. Creo que esos fueron mis motivantes.
¿Cómo fue su proceso de formación profesional?
Yo estudié en el Instituto Eduardo Laredo cuando estaba de director don Franklin Anaya Arze. Además, tomé cursos ocasionales con profesores que llegaban a Cochabamba. Luego de ese periodo de estudio, apliqué a una beca a la Unión Soviética y logré entrar a la Escuela Superior del Conservatorio Estatal Tchaikovsky, donde me formé seis años hasta lograr mi licenciatura. Al terminar mis estudios, volví a Bolivia para dedicarme a enseñar a los que en aquel entonces eran profesores, las técnicas de la escuela rusa-soviética. Ése siempre fue mi sueño: volver a Bolivia a formar violinistas para que alcancemos el mismo nivel que en otros países. En nuestro país hay el mismo talento que en otros lugares, pero la gran diferencia radica en los métodos de enseñanza. Luego de unos años, llegaron al país Eduard Melkus y Tobias Kühne, dos músicos muy importantes, para ver lo que había en Bolivia. Yo fui a buscarlos a su hotel y me pidieron que haga una audición ahí mismo. Yo toqué “La Chaconne” de Tomaso Vitali y me dijeron “usted es el Paganini de Bolivia”. Luego de unos meses me llamaron para decirme que tenía una beca para la Universidad de Música y Artes Escénicas de Viena, Austria. Allá di un examen de admisión muy difícil para lograr ser alumno regular. Normalmente, los extranjeros pueden formarse unos años, pero nunca reciben un título, quedan como estudiantes externos. Yo di mi examen y quedé como alumno regular. Así pude recibir mi maestría.
¿Por qué el violín es su instrumento predilecto?
Mi hermana es pianista, entonces yo quería elegir otro instrumento. Siempre me gustó el violín porque puedes alargar el sonido, cosa que no sucede en el piano. El violín es fascinante. Es una cajita con una forma muy bonita, cuatro cuerdas y un palito llamado arco. Sólo con eso puedes hacer maravillas. Además de todo eso, yo siempre escuchaba música de Bach y otros músicos en casete, entonces me enamoré del instrumento. También lo elegí para hacer dúo con mi hermana.
Todos los grandes artistas tienen otro artista al cual consideran su inspiración. ¿Quién es el suyo?
David Óistraj es uno de los violinistas que más me inspiró, posiblemente uno de los mejores de la historia. Lo increíble de este artista ruso no sólo es su sonido, que es muy cálido y redondo, sino que cualquier interpretación que haya hecho en su vida quedó como un referente de cómo se debe interpretar. Si hablamos de compositores de toda la historia, yo creo que mi favorito es Ludwig van Beethoven. Él fue un músico talentoso, aunque no tenía el talento innato de Mozart. En cambio, Beethoven se tuvo que formar a base de mucho esfuerzo.
Dio docencia en muchos de los países más importantes en lo que a música erudita se refiere como Austria, Italia, Brasil y Ecuador. ¿Cómo vivió esta experiencia?
Fui invitado a dar clases magistrales al Conservatorio Richard Wagner de Viena. También estuve en Roma donde di clases en la Scuola di Música Sherazade que es de un excompañero que estudió conmigo en Viena. Me invitó a dar masterclass en un festival que se organiza cada año en una preciosa ciudad muy cerca de Roma. También di clases en Brasil, México y Ecuador, enseñando y tocando en importantes orquestas y filarmónicas.
Usted es un músico muy reconocido a nivel internacional. ¿Qué se siente representar a Bolivia en este ámbito?
Recuerdo que en Ecuador toqué el concierto de Samuel Barber con la orquesta y la gente responsable de la misma se acercó y me dijeron “estamos muy felices de que estés aquí”. Creo que eso fue un gran reconocimiento para mi país porque es un gran orgullo ir a lugares donde no se nos conoce mucho para representar dignamente a Bolivia. El boliviano, cuando se esfuerza, rinde al 100 por ciento. Por ejemplo, en Rusia, se valoraba eso y decían: “ustedes son personas que se esfuerzan mucho para lograr sus objetivos”. En cada país que estuve siempre traté de que Bolivia sea reconocida.
- Este 21 y 22 de septiembre se llevará a cabo el concierto de “Las cuatro estaciones” de Antonio Vivaldi. ¿Por qué eligió esta obra?
Muchos temas de “Las estaciones” de Vivaldi son fácilmente reconocibles por las personas en Bolivia y el mundo, están en el oído de la gente. También, analizando profundamente la obra, que está basada en un poema anónimo, Vivaldi describe el poema a través de las melodías y sonidos. Entonces, la elegimos primero porque es muy conocida y segundo porque es una obra maestra para la época en la que fue compuesta. Vivaldi, a través de esta obra trascendió su época porque hay elementos en los que crea una atmósfera sonora que es muy cercana al impresionismo del siglo XX. Este 21 y 22 de septiembre presentaremos por primera vez a los Virtuosos de Bolivia, una orquesta de Cámara de élite que reunirá a los mejores músicos del país.
¿Qué consejos puede dar a los jóvenes bolivianos que quieren iniciar en este género musical?
Hay que invertir tiempo. Algo que yo trabajo con mis estudiantes es lograr una disciplina de entrenamiento que a la vez sea un proceso divertido. En el instrumento tiene que haber un equilibrio entre disciplina y motivación. Entonces, para llegar a tocar bien un instrumento se requiere práctica diaria, una buena guía y, en tercer lugar, hay que tener talento.
¿Qué futuros proyectos está preparando?
Actualmente, estoy escribiendo tres libros con temas nacionales en diferentes niveles, aplicando la metodología rusa y europea que está basada en un desarrollo gradual de la técnica. Además, quiero terminar mi doctorado con un texto que proponga un método práctico y completo de técnica de escalas y arpegios en el violín. Me gustaría mucho poder interpretar el concierto de L. van Beethoven en Cochabamba en un futuro próximo. También voy a dar cursos en el exterior sobre la técnica ruso-soviética y sobre la música boliviana en Colombia y en Estados Unidos. La Camerata de los Virtuosos de Bolivia se presentará en Santa Cruz, Oruro y La Paz, así como en Valencia, España y otras ciudades de Europa.