LATEscena escenificará Animales domésticos en Venezuela
Animales domésticos, de la directora de la compañía teatral LATEscena, Andrea Riera, subirá al escenario en el Festival Internacional de Teatro Progresista (FITP) 2023, que se desarrollará del 8 al 18 de junio en Caracas, Venezuela.
Ana, interpretada por Piti Campos, es el personaje principal bajo una simpleza escénica, pero a la vez imponente por el mensaje que transmite, es una mujer que se asemeja a un animal doméstico que espera, mueve su cola, se pasea y duerme entre las cuatro paredes de una casa donde hay pocos momentos de alegría.
La dramaturgia plantea una mirada de alerta sobre la violencia intrafamiliar contra las mujeres.
Animales domésticos es la segunda obra que dirige Andrea Riera y va por más.
—¿Cómo se produce su participación en el Festival Internacional de Teatro Progresista?
—Nosotras presentamos Animales domésticos en 2018 en el festival Internacional Mayo Teatral de Cuba. Vivian Martínez, directora de Teatro de Casa de las Américas y organizadora del Festival, fue la que habló de nuestra obra al Festival de Venezuela.
—¿En que se inspiró para escribir Animales domésticos?
—La creación de Animales domésticos se inició junto a Piti Campos, ambas habíamos llegado a un punto en el que las palabras ya no explicaban lo que sucedía (aún sucede) en el país respecto a violencia de género. Nos pusimos a investigar y empezamos a escribir juntas, unos meses después invitamos a Alice Guimaraes y las tres logramos varios textos con los que fuimos construyendo la obra.
En mis manos quedó hacer el texto final, en un momento de la escritura, entendí que mucho de este problema tiene que ver con que somos —o nos convertimos— en una especie de animales que se acostumbran a todo, al dolor, a maltratar, a callar, a golpear, a aguantar, que muchas veces nos domesticamos en nuestras relaciones, que nos domestican, pero que domesticamos también, y que eso sucede paulatinamente, casi sin darnos tiempo de entender, esa analogía con la violencia fue lo que detonó el texto final.
—¿El mensaje de la obra es claro?
—No es que haya un mensaje en la obra, no lo planteamos así; hay una mirada, un punto de reflexión sobre el tema que compartimos con los espectadores para que algo en ellos, ellas, se movilicen o no (pero eso también es algo).
—¿Qué significan los cartones y la luz tenue?
—La obra sucede durante un “eterno” traslado, nunca se termina de desempacar, al fondo se arma un muro de cajas de cartón que guardan lo que el espectador quiera. Esas cajas se rompen y se vuelven a armar, como esas relaciones violentas que continúan con la promesa de que esto “no va a volver a pasar”. Es un muro que ya no se sostiene, que ya no aguanta el peso y que eventualmente tiene que caer. Es interesante porque a lo largo de las presentaciones, la gente va encontrando muchos más significados del muro.
El diseño de luces y la escenografía han sido realizados bajo el asesoramiento de Alice Guimaraes y Gonzalo Callejas.
—¿Qué es lo que más destaca de Piti Campos personificando a Ana?
—Piti pasa de un personaje a otro con mucha seguridad, puede ser Ana, o su esposo, puede ser una niña o un perro sin dificultad. Al mismo tiempo, tiene la capacidad de sostener un texto complejo que juega con las palabras todo el tiempo.
—¿Algunas repercusiones tras la puesta en escena de la obra?
—Para nosotras es interesante escuchar las reacciones de las personas que ven la obra, su interpretación a veces es como una otra escritura de la misma. Hemos presentado para distintos públicos y siempre después de la obra intentamos generar algún diálogo con los espectadores, hay algo de la obra que duele en uno mismo, que te recuerda algo, que te permite mirar o que hasta te permite hablar. Poder escuchar a la gente es posiblemente lo que hace que tenga sentido nuestro trabajo.
—¿Será su primera experiencia en el contexto internacional?
—No es la primera. Con mi anterior grupo tuvimos la posibilidad de llevar nuestras obras a Brasil, Chile, Perú. Y como directora de LATEscena, con Animales domésticos nos presentamos en el Festival Internacional Mayo Teatral de Cuba y en el Festival Internacional de teatro Santiago a Mil de Chile, donde también me invitaron a dar un workshop en el marco del LabEscenico en 2019.
—¿Desde hace cuánto hace teatro y cuál considera que es su mayor virtud?
—He pasado por varias etapas haciendo teatro, primero como actriz con Zig Zag teatro junto a Marta Monzón en 1997, luego en 2002 cofundé El Altoteatro con Freddy Chipana donde, paralelamente a la actuación, empecé en la dirección y dramaturgia. En 2013, decido independizarme y crear LATEscena (que en ese momento era también un pequeño espacio independiente en la zona de Sopocachi en La Paz), desde entonces concentro mis esfuerzos en la gestión de proyectos de formación, investigación y producción. En este último tiempo me he tomado más tiempo en la concreción de mis propias obras, Animales domésticos es la segunda bajo mi dirección.
Estoy convencida de que desde el hacer teatral podemos construir una mirada-lectura distinta de nuestro entorno, de nuestra sociedad, de nuestra historia, de nuestras propias vidas, por eso insisto también en generar proyectos formativos y de investigación, por eso insisto en alianzas con otros artistas, por eso la creación de proyectos como Plataforma 1, Teatro Punto Bo o Yvyrasacha.
—¿Cuál es su próximo proyecto?
—Estoy madurando dos proyectos. Uno es nuevamente un monólogo, pero esta vez tiene que ver con la familia, con la paternidad, ya tenemos algunos avances y un segundo proyecto que está en etapa inicial de investigación y por el que he vuelto a un espacio académico para poner en tensión las metodologías de mi propio trabajo.
—¿Cómo nace LATEcena?
—LATEscena nace en 2013 como un espacio independiente, que coincide con mi necesidad personal de crear algo por mi cuenta. Entonces alquilé una casa y la adapté para ser sala de ensayos y dar talleres, por la demanda de los grupos fue también un lugar de presentación de obras de pequeño formato. Ahora ya sin espacio físico, pero sosteniendo su propósito inicial, LATEscena se constituye en una especie de colectivo en el que trabajamos no sólo para producir nuestras propias obras, sino que he generamos alianzas estratégicas con otros artistas.