Los sismógrafos de Nápoles registraron las celebración por el 'scudetto'
La ciudad de Nápoles se ha volcado para celebrar su victoria en la liga de fútbol italiana, después de 33 años, hasta el punto de que los sismógrafos registraron la exaltación de los aficionados durante el partido y la fiesta posterior.
El Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV) ha publicado un informe que muestra cómo las estaciones de la Red Sísmica Nacional notaron "claramente" el alboroto de los hinchas, especialmente gracias a un sismógrafo situado a unos 2 kilómetros del estadio Diego Armando Maradona.
"Las estaciones sísmicas tienen una sensibilidad muy alta y las instaladas en centros urbanos también pueden registrar muchos aspectos de la vida cotidiana que dejan huella en el ruido antropogénico que produce una ciudad", indicó el INGV.
Un simple vistazo al sismograma deja claro el minuto en el que se produjo el gol que confirmó el "scudetto" a los napolitanos, momento a partir del cual aumenta el ruido de todo el gráfico por el inmenso festejo que estalló en las horas posteriores.
Lo curioso es que el partido en el que el equipo se alzó con el título el 4 de mayo no se jugó en Nápoles, pero el estadio de la ciudad emitió el encuentro en grandes pantallas ante miles de aficionados.
Por ello, los investigadores analizaron los sismogramas de la jornada anterior, en la que el Nápoles jugó en casa el 30 de abril y vio cómo se le escapaba la posibilidad de celebrarlo al empatar, en el último momento, contra la Salernitana.
Ese estudio comprobó que los sismógrafos registraron no solo los picos de euforia en los que la victoria parecía inminente, sino también los instantes de espera y silencio, cuando la ciudad contuvo la respiración.
Para lograrlo separaron dos frecuencias, una de 10-15 Hz, que corresponde con el tráfico y el ruido diario de la ciudad, y otra de 2 Hz, "típica de los picos observados durante momentos de festejo".
Al inicio de cada uno de los partidos la población se paró, como muestra el claro descenso de la primera frecuencia, mientras que en cada gol la ciudad tembló y, evidentemente, la segunda frecuencia alcanzó picos máximos.