Lo nacional-popular para Gramsci y para el MAS
Para los propósitos del análisis de lo que se habla y se escribe, siempre es útil diferenciar entre el uso ideológico y/o propagandístico de un concepto, y su uso sociólogico. Es el caso del concepto sociológico “nacional-popular”, de origen gramsciano, que hace décadas es la bandera ideológica de presentación del MAS en Bolivia, como movimiento socio-político.
Para Gramsci, “nacional popular” era un concepto sociológico que le permitía caracterizar una coyuntura revolucionaria, un proceso ideológico-político en el que las clases subalternas construían su hegemonía frente al Estado.
En la pluma de los ideólogos del MAS lo “nacional-popular” es un dispositivo ideológico de domesticación de aquella energía revolucionaria, bajo la tutoría del Estado.
Aquí es fundamental diferenciar la lectura populista —estatista— de lo nacional-popular, de la caracterización gramsciana de un fenómeno más bien revolucionario. Para Maristela Svampa (Argentina, una década después del “que se vayan todos” a la exacerbación de lo nacional-popular, en Nueva Sociedad No 235, septiembre-octubre de 2011, p.18), por ejemplo, “la tradición nacional-popular” es “una matriz político-ideológica que se inserta en la “memoria mediana” (las experiencias populistas de los años 30, 40 y 50) y tiende a sostenerse sobre el triple eje de la afirmación de la nación, el Estado redistributivo y conciliador, y el liderazgo carismático junto con las masas organizadas —el pueblo.
De modo análogo define Álvaro García Linera al evismo, como “lo nacional-popular en acción”: “una forma de autorrepresentación político-estatal de la sociedad plebeya (...) estamos hablando de los movimientos sociales ya no como base, sino como actores directos que avanzan de la resistencia hacia la expansión y el control de puestos en el Estado” (El evismo. Lo nacional-popular en acción, en OSAL, Observatorio Social de América Latina, año VI, N°. 19, ene-abr 2006, Buenos Aires, Clacso).
Para los propósitos de este análisis es central la distinción gramsciana entre lo nacional-estatal y lo nacional-popular, que me permite detectar un equívoco en lo primero, y una lectura tendenciosa en lo segundo.
Como indican De Ipola y Portantiero (Lo nacional popular y los populismos realmente existentes, Nueva Sociedad, Nro. 54, mayo-junio 1981), para Gramsci lo nacional-estatal es una construcción compleja dirigida por las clases dominantes, en la que Estado y nación configuran los ejes de articulación de su hegemonía. Por el contrario, lo nacional popular es un movimiento revolucionario dirigido por las clases subalternas, articuladas como “pueblo”, que se orienta a disputar a las clases dominantes el sentido y la direccion de “lo nacional”:
“Estamos en presencia de un proceso de desagregación de lo ‘nacional-popular’ en relación con lo ‘nacional-estatal’; de un acto de expropiación por parte del pueblo de la percepción nacional que había enajenado en el Estado. Así debe ser entendido el sentido profundo de la producción de contrahegemonía. Las masas intentan el difícil camino de recuperar para sí, desestatizándolo, el sentido de lo nacional”, dicen De Ipola y Portantiero.
Svampa y Linera parecen confundir el proceso de lo nacional-estatal —como fueron y son el peronismo y el evismo— con la coyuntura revolucionaria, antiestatal, de lo nacional popular.
La caracterización de coyuntura de lo nacional-popular se adecua, por ejemplo, a la situación insurreccional de octubre de 2003 en la que los subalternos dirigieron un movimiento revolucionario, contrahegemónico, desestatizando y redefiniendo el sentido de lo nacional que las instituciones del Estado y las clases dominantes habían definido y delimitado hasta entonces.
Esto se encuentra en las antípodas del mal llamado “bloque nacional-popular” del MAS que, a diferencia del movimiento autónomo no estatizado de octubre de 2003, tiene más bien como rasgo específico, la cooptación clientelar de las dirigencias de las organizaciones populares, bajo las directrices y el mando de los ministros y autoridades del MAS.
En este otro contexto, lo “nacional-popular” es una formula discursiva mediante la cual se legitima un proyecto populista de poder con los significantes venerados del pueblo, la nación y la revolución.
Columnas de LORGIO ORELLANA AILLÓN