El pueblo tacana y la patria ingrata
Hace unos días tuve la oportunidad de participar en el Foro Social Panamazónico (Fospa) en las bellas Rurrenabaque y San Buenaventura que se encuentran en uno de los parajes más bellos que vi: la Amazonía y puertas del parque Madidi, considerado uno de los lugares mas biodiversos del planeta.
Una de las actividades fue una visita a la comunidad Tres Hermanos del pueblo tacana que fue arrasada por los incendios.
El pueblo Tacana es de origen preinca y se cuenta que fue intermediario entre los incas y otros pueblos amazónicos. Cuando llegaron los europeos a sus tierras, el pueblo tacana sufrió un doble despojo: el de sus creencias religiosas y el de sus territorios. Fue una maldición para ellos que sus tierras fueran ricas en caucho y quina que atrajeron todo tipo de nuevos colonizadores, que los persiguieron para convertirlos en esclavos en la explotación de esos productos, lo que incluyó cacería de personas y masacres. Luego llegaron madereros, azucareros, mineros y hoy mismo el pueblo tacana sigue arrinconado y abusado por los intereses extractivistas.
Sin contar que los ríos de la zona ya están contaminados con mercurio gracias a las nobles actividades mineras que invaden los bosques, selvas, áreas protegidas de Bolivia, sólo basta ver el mamotreto irracional del ingenio azucarero de San Buenaventura, los campos interminables de caña o un panorama de bosques arrasados por los incendios, para dar cuenta que su situación continúa en completa vulnerabilidad frente al extractivismo mezquino, tal como fue en la Colonia.
Cabalmente, el año pasado el territorio del pueblo tacana fue arrasado por terribles incendios forestales claramente provocados. Hace poco tiempo las mujeres tacanas emprendieron un proyecto agroecológico que les permite vender sosteniblemente productos de los recursos del bosque: chocolate, jabones medicinales, cremas, aceites, harinas, utensilios, artesanías de gran calidad. Les estaba yendo muy bien, pero, lamentablemente, los incendios diezmaron gran parte de su materia prima. No obstante, ellas se mantienen optimistas con la esperanza de recuperarse (dejo la dirección web de su emprendimiento, por favor, ayude al pueblo tacana consumiendo sus productos: https://cipta.org.bo/tienda).
Ese injusto contexto se exacerba con el histórico abandono del Estado boliviano para con estos pueblos, situación que se supone debió haber cambiado con el reconocimiento del Estado plurinacional y una Constitución donde abundan retóricamente los derechos indígenas y ambientales. Al contrario, los Gobiernos que abanderan el Estado plurinacional resultaron tan o más colonialistas y/o extractivistas que la plutocracia tradicional boliviana, al punto que el actual vicepresidente “pachamamista” es el primero en boicotear las esforzadas iniciativas de protección ambiental que surgen de las comunidades indígenas y ponerse del lado de la minería ecocida.
Paradójicamente, suele suceder que las comunidades históricamente saqueadas por la usura acumuladora del Estado plutócrata, reciben a los forasteros con un gran estandarte o bandera de Bolivia, con orgullo, con esperanza, como recordando y reclamando que ellos sí se sienten parte de esa “comunidad imaginada”, esa patria llamada Bolivia.
Entonces, qué patria tan ingrata, che. Qué patria tan ingrata con el pueblo tacana que, aún sufriendo los efectos de los incendios, la deforestación, la minería, aún siendo dejados a su suerte, sonríen con dulzura cuando entonan la palabra Bolivia.
Columnas de ROCÍO ESTREMADOIRO RIOJA