Arboristas toman Cochabamba
Del 4 al 8 de octubre ocurrió un evento extraordinario en Cochabamba. Gracias a la Asociación Boliviana de Arboricultura (ABA) se organizó el 1er. Encuentro Boliviano de Arboricultura que reunió a profesionales ambientales arboristas de Bolivia y América. Llegaron de Colombia, Brasil, México, Argentina, Chile, EEUU y del interior del país. El evento incluyó conferencias y capacitaciones y un concurso internacional de trepadores de árboles que se engalanó con los preciosos e imponentes árboles de la plaza Cobija.
Los/as que se dedican a la arboricultura deben ser los seres humanos más dulces que existen porque buscan entender un lenguaje muy distinto al frenetismo y velocidad humanos: el afable lenguaje de los árboles. Hay que tener paciencia, dulzura, saber ver y escuchar con mucha atención, leer sutilezas del entorno y, por supuesto, estudiar mucho, acumular conocimiento y experiencia, para llegar a la comprensión de uno de los seres vivos más maravillosos del ecosistema. Y desde su sapiencia y sabiduría, Carlos Llanos, arborista de Colombia, nos admitía (con la humildad de los sabios) que falta conocer bastante sobre los árboles, ya que resulta que estos seres vivos habían tenido una complejidad que ha superado todas las expectativas.
No es ciencia ficción o fantasía el empezar a comprender que en el universo vegetal hay comunicación, conciencia, pensamiento, sentimientos y otras características que errónea y fatuamente asumimos como solamente humanas. Sin contar que los árboles (cuando están en el entorno adecuado, sanos y en buenas condiciones) prácticamente sólo brindan beneficios para el resto de seres vivos: dan sombra, permiten la lluvia, generan oxígeno, fertilizan el suelo, otorgan cobijo, son alimento y vivienda. Por ello, las ciudades y pueblos más avanzados del mundo y los sistemas políticos más transparentes e institucionalizados caminan hacia una cultura y planificación urbana donde los árboles se convierten en fundamentales e imprescindibles para la salud de las comunidades. En estos lugares, no molestan, sino que son sembrados, promovidos, protegidos, en especial los árboles adultos.
Algo que recalcaron los prestigiosos profesionales arboristas es que quienes deberían manejar, gestionar y tomar las decisiones respecto al arbolado público y áreas verdes deberían ser profesionales ambientales arboristas, claro, ello en el marco de una cultura y gestión pública que verdaderamente aprendiera el vital aprecio de los árboles. ¿Pero qué sucede en Cochabamba y en buena parte de las ciudades de Bolivia?
En Cochabamba, mientras nos achicharramos de calor entre calles peladas y la epidemia de mamotretos de cemento brillando al sol, desde hace décadas que la gestión pública suele ser botín de típicos caudillos de turno para repartir entre parientes, amigos/as, socios/as, allegados/as, militantes, llunk’us y grupos de choque. ¿Y qué hay de proyectos de inversión pública que parecen negocios mezquinos de intereses particulares? Si se mantienen esas nocivas prácticas recurrentes en la historia política boliviana, muy difícil que se institucionalice la gestión pública y menos que se incluya una real y capacitada burocracia pública profesional, incluyendo a profesionales arboristas que tomen las decisiones sobre el manejo del arbolado público y áreas verdes.
No obstante, hay algo mucho peor que esto: la persistencia de una cultura que tiene poca estima por los seres vivos y más por los árboles. Ello se traduce en vecinos/as y ciudadanos/as obstinados/as con eliminar y/o mutilar árboles bajo las excusas y/o mitos más absurdos y en una gestión pública que continúa en el plan de reducir áreas verdes y sacar árboles del paso de proyectos de inversión pública que insisten en el culto al cemento.
¿Entonces, será casual el calor arrasador que asola a Cochabamba con su poquísima cobertura arbórea y en un país que si en algo gana es en deforestación? Aún así, sin aprender la lección, ¿existe alguna política pública seria que encare estos problemas? ¿Sabía que una vez más el Gobierno Municipal de Cochabamba pretende reducir un área verde y sacar del paso a por lo menos una centena de árboles para colocar nada más y nada menos que otro ostentoso y caro distribuidor vehicular? ¿Es otro “regalo” al sedentarismo motorizado en una de las ciudades más contaminadas de América Latina o cuál sería la lógica para priorizar obras de este estilo en las condiciones ambientales de Cochabamba?
En los bandos del MAS-IPSP, por un lado, se ha elegido una directiva paritaria en número, pero habrá que ver si las mujeres tienen real participación; mientras que, por el otro lado, las mujeres campesinas agrupadas en la organización Bartolina Sisa están visibles siempre en segundo o tercer lugar. En Bolivia no hay mujeres en primera línea, ya va siendo hora.
Columnas de ROCÍO ESTREMADOIRO RIOJA