¿Está de moda ser retrógrado/a?
Cuando logró llegar al poder, la izquierda latinoamericana no consiguió desprenderse de muchas de las taras feudales y esclavistas propias del pensamiento y las praxis políticas dominantes. Por ejemplo, sobrevivió la concepción colonial de percibir a la gestión pública como un espacio de saqueo para beneficios particulares, tal cual la usanza de las monarquías ibéricas y luego de las plutocracias tradicionales.
Esas prácticas se tenían que abolir en América Latina con el surgimiento de los nacionalismos y las izquierdas y el advenimiento de los procesos que intentaron transformar las estructuras sociales del siglo XIX. Es el caso de la revolución mexicana de 1910, la revolución boliviana de 1952, la cubana de 1959, la nicaragüense de 1979 y de los populismos nacionalistas como el peronismo de Argentina y el varguismo en Brasil. Y aunque el arribo de estos procesos implicó algunos cambios estructurales fundamentales, no pudieron evitar el heredar la nefasta costumbre que llegar a la gestión pública con el principal fin del enriquecimiento particular y así sea a costa del bien común.
De ahí que el PRI mexicano se convirtiera en una torcida maquinaria de perpetuación en el poder, que el MNR boliviano haya pactado con la Gulf y luego se partiera en cuatro, que en Cuba los que detentan el poder tengan privilegios mientras su población sufre las peores carencias, que los Ortega de Nicaragua se hayan trastocado en nuevos somozas. Y que la incursión del peronismo en Argentina devenga en otra corrupta agencia de empleos y privilegios de larga data.
A ello se suman los casos de las izquierdas del siglo XXI. ¿O qué se puede decir de un MAS que gusta dar continuidad a los proyectos destructivos, desarrollistas y racistas como es el caso de las represas hidroeléctricas, la exploraciones y explotaciones petroleras y mineras, el agronegocio, la especulación de tierras, etc. vulnerando pueblos indígenas y áreas protegidas? ¿Qué hay de un Castillo en Perú acusado incluso de falsificar documentos personales entre otros casos de corrupción? ¿Y el fallido Estado venezolano que hace escapar desesperados/as a sus habitantes?
Lo que quiero ilustrar con todo ello es que efectivamente la incursión en el poder de la izquierda latinoamericana ha dejado mucho que desear.
No obstante, aquello no debería ser motivo de retroceso. Hay una reacción conservadora y retrógrada en el mundo y especialmente en América Latina que se escuda en los fracasos de las izquierdas en el poder, pero cuyo blanco en realidad es lo conseguido en los procesos transformadores del siglo XX, es decir, la ampliación de los derechos a las mujeres, indígenas y afrodescendientes, trabajadores y diferencias, los derechos más obvios y básicos que hoy se consagran como inalienables en el siglo XXI.
A título de ir contra la “izquierda” o el “comunismo” (Doctrina de Seguridad Nacional) no faltan quienes desnudan taras que a estas alturas deberían avergonzarnos. ¿Cómo no se les cae la cara de vergüenza a personas que a estas alturas son abiertamente racistas, castistas o clasistas como si siguieran ancladas en el siglo XIX? ¿No se ruborizan los individuos que son machistas, cómo se atreven a dirigir la mirada o la palabra a una mujer a la que consideran inferior y/o subalterna en sus fueros internos? ¿No deberían esconderse de vergüenza quienes son homofóbicos, torquemadas religiosos, quienes creen en las armas y justifican la “mano dura” de las dictaduras? ¿Acaso el racismo, el castismo, el clasismo, el machismo, la homofobia, el fundamentalismo religioso, el autoritarismo no son otra cosa que taras que denotan ignorancia y/o idiotez, que hoy deberían ser reliquias de un pasado superado?
Pero no. Así como la amnesia colectiva boliviana nos hizo premiar a un dictador sanguinario al elegirlo como presidente. Así como el genocida Pinochet vivió con salario vitalicio y murió con honores. Así como en Brasil encumbraron a un enardecido fundamentalista religioso, hoy en Argentina vitorean a un dogmático del mercado que hasta consideró la venta de órganos y de niños como una posibilidad, alguien que ningunea a los miles de desaparecidos en la terrible dictadura argentina y que se vincula con afines a esa dictadura que fue una de las más sádicas de América Latina.
Que la “izquierda” o “nacionalismos” lo hicieron mal, sí. Sin embargo, tampoco es pues ir del barro a lo peor del lodo como si fuéramos criaturas sin memoria.
La autora es socióloga
Columnas de ROCÍO ESTREMADOIRO RIOJA