Revelaciones regionalistas (II)
Estoy consciente de que el contenido de este artículo generará reacciones en Santa Cruz, y quizás algunas sean de indignación, pero debo recordar que lo que estoy haciendo es resumir el contenido de una tesis doctoral que se publicó bajo la forma de libro.
En El esplendor inútil, su autor, Franz Flores Castro, afirma, tan pronto como en la página 33, que Santa Cruz debe su desarrollo a Potosí, algo que siempre escuchamos decir a nuestros padres, pero nunca pudimos probar con datos y cifras.
El libro dice unas páginas antes, en la 27, que todo comenzó en 1954 con el Plan Inmediato de Política Económica del Ministerio de Planificación, que manejaba Walter Guevara Arce. El plan concluyó que era “intolerable” la dependencia del país de la venta de minerales, que representaba el 95% de sus exportaciones, así que “proponía diversificar la economía, fomentar la agroindustria, apoyar la migración interna y externa y sustituir importaciones de alimentos”.
Había mayor población en el occidente y “para enfrentar estos desequilibrios productivos y poblacionales, se estableció una estrategia de fomento a la actividad agropecuaria. Esta política fue enfocada, sobre todo, en el Departamento de Santa Cruz”.
Había que desarrollar Santa Cruz y aumentar su población. Si la estrategia de desarrollo funcionaba, serían los propios habitantes del occidente quienes la poblarían mediante un proceso de migración interna. “Naturalmente, este proyecto necesitaba de recursos económicos para llevarse a cabo. Estos provinieron principalmente de la producción minera que, desde la reforma rentística de 1872, eran las principales fuentes de recursos con los que contaba el país. Esto inició un proceso de succión de los recursos generados en regiones mineras como Potosí”.
El libro detalla, con precisión, cómo fue que la Corporación Minera de Bolivia concentró las utilidades de la minería que luego fueron invertidas en Santa Cruz, ya sea de manera directa o mediante la Corporación Boliviana de Fomento y YPFB.
Hubo, entonces, una política de asistencialismo hasta que Santa Cruz consiguió que se apruebe el pago del 11% a esa región por las regalías de los hidrocarburos, con lo que su desarrollo cobró velocidad. El plan dio resultado: “Entre los censos de 1950 y 1976, la población de Potosí apenas había crecido en 148.000 personas, cuando en Santa Cruz había aumentado en 466.000”.
Ya se dijo anteriormente que sin Potosí no habría existido Bolivia y ese hecho generó una deuda histórica con esta región. Ahora resulta que existe una segunda deuda, pero esta no es del país en su conjunto sino de Santa Cruz en particular.
El autor es Premio Nacional en Historia del Periodismo
Columnas de JUAN JOSÉ TORO MONTOYA