Modelo de planificación integral en Cochabamba
El nivel de urbanización en Cochabamba ha llegado a aglomerar en sus centros urbanos metropolitanos una población de 1.451.453 habitantes, el 68,56% del total departamental. Este acelerado complejo ha producido una expansión desordenada de la ciudad principalmente en sectores periféricos, realidad que demanda un proceso de planificación urgente desde la gestión institucional que permita la integración regional con justicia social y funcionalidad sectorial.
En el escenario socioeconómico del sistema de ciudades bolivianas, su comportamiento no solo depende de las posibilidades de promover un crecimiento económico, sino de vincular esa situación económica con el mejoramiento de las condiciones sociales y urbanísticas de una población que busca satisfacer un aspecto de ciudad sustentable. Está claro que el desarrollo económico no avanza de manera paralela al crecimiento de la urbanización, o por lo menos no de manera constante.
El rasgo fundamental de las ciudades capitales bolivianas es su carácter preeminente. La ciudad de Cochabamba le confiere una dimensión metropolitana al fenómeno urbanístico del país, que se fortalece por el surgimiento de otros 14 centros urbanos ya dispuestos en diferentes etapas de metropolización, precedidos por los municipios de Santa Cruz de la Sierra y de La Paz. Este proceso evidencia cierta dispersión territorial de la población, que muestra paralelamente un desarrollo urbano metropolitano dependiente de nuevos núcleos en torno a las principales ciudades a nivel nacional.
Aunque es visible esta nueva aptitud, la evaluación considera que la ciudad no estaba preparada para esta transformación, y es fácil advertir el desorden y la deficiencia en el desarrollo y la insuficiencia en la planificación urbanística y de ordenamiento territorial en su configuración y consolidación. En este sentido, la debilidad en las políticas urbanas propuestas para el sistema metropolitano autorizado, así como para aquellos que aún no han asumido legalmente este concepto, otorga plenitud a la intervención privada en el desarrollo urbano.
La ampliación de las áreas urbanas sin planificación problematiza la administración eficiente del territorio. La presencia de una cantidad de población periférica agrupada en regiones dispersas conduce a cargas cada vez mayores en cuanto a recursos disponibles en las ciudades. Son temas vinculados con la utilización efectiva del suelo, la vivienda, la gestión de residuos, surgimiento de barrios marginales, inaccesibilidad en el transporte, representan parte de los problemas más apremiantes de ser atendidos en las zonas urbanas. El tratamiento de estos problemas demanda de la planificación urbana una estrategia de desarrollo integral con enfoque de largo plazo, donde la ciudad puede basar sus reformas en el manejo de planes independientes, pero con mayor efectividad si se constituyen parte de un plan maestro que abarque el bienestar de la metrópoli en su conjunto.
Revertir la tendencia de una extensión dispersa y con baja densidad, es posible a partir de un modelo de evolución urbana que frene la expansión indiscriminada. En este sentido, la planificación integral puede incorporar el modelo geddesiano para un crecimiento equilibrado y un entorno construido racional de manera de entender planificación urbana como un sistema de variables sociales y económicas interrelacionadas que se extienden sobre el espacio. Ese modelo comprende la integración del uso de la tierra (población, actividad y localización) y la posibilidad del cambio de la estructura social a partir del cambio de la forma espacial; la organización integrada en el tiempo; y una planificación multidisciplinar que concentre factores sociales y económicos.
El Estado, en este modelo, requiere asumir un rol dinamizador y estratégico, que incentive, dirija y regule el crecimiento con planes y políticas claras de descentralización y sostenibilidad, incrementando infraestructura y servicios comunitarios dentro del área urbana como base para futuro desarrollo. Las políticas de planificación urbana deben adaptarse a las exigencias de competitividad del sistema económico global; estableciendo una estructura urbana compacta y funcional; maximizando la rentabilidad y aprovechamiento del suelo actual, minimizando la utilización de nuevo territorio; densificando moderadamente áreas que presenten infraestructura y dotación de servicios comunitarios; incentivando un sistema policéntrico con efectiva desconcentración de servicios que posibilite la generación de empleos y mejora en la calidad de vida de los ciudadanos.
El autor es Ph. D e investigador en el CEPLAG – UMSS mkquiroga@yahoo.com
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