Larach la tiene difícil
Asumió hace casi dos meses, el 25 de febrero. La ruta que debía recorrer ya estaba trazada. Cabildos multitudinarios marcaron su inicial agenda de tareas. Ha intentado diferenciar-se cambiando las prioridades y se planteó una forma distinta de conducir el comité cívico más importante e influyente del país, pero no todo es como se piensa.
La agitada coyuntura nacional —con las serias dificultades económicas como nuevo ingrediente— y la estructura de la entidad diseñada para arrancarle al centralismo lo que corresponde mediante la lucha frontal le han impedido en este primer tramo de su mandato iniciar un cambio de cara a lo que se viene para Santa Cruz y el país en lo inmediato.
Fernando Larach ha sido parte activa del comité cívico cruceño en las gestiones de Luis Fernando Camacho y Rómulo Calvo y ahora es su principal conductor. Conoce bien las entrañas del esquema que mueve los hilos de esa institución y quiere presidirla estableciendo diferencias con sus antecesores, sobre todo en eso de la radicalidad, para conseguir los objetivos sin llegar a sacrificios colectivos desgastantes.
La última encuesta de Diagnosis refuerza esa necesidad. El 38% de los entrevistados para ese estudio dijo estar de acuerdo y muy de acuerdo con la marcha que se produjo el martes 18 de abril en contra del paquetazo de leyes antidemocráticas, el 31% se mostró indiferente con la medida y otro 31% la rechazó.
Y cuando se recogió la opinión sobre el paro de los 36 días en Santa Cruz, entre octubre y noviembre de 2022, el 73% la rechazó cinco meses después, el 19% mantuvo su respaldo y el 8% mostró indiferencia. “Si el nuevo Comité Cívico con Larach continúa en este camino, verá cómo disminuye el apoyo de la sociedad cruceña a sus posturas”, dice una de las conclusiones de la encuestadora.
Larach parece estar consciente de ello, pero también sabe que la estructura que hace funcionar al Comité desde el siglo pasado y la crispada coyuntura política, económica y social aparecen como obstáculos difíciles de ser sorteados en este momento, aunque dialécticamente también pueden ser la oportunidad para emprender el viraje de fondo.
Para que esto último ocurra, se necesita fuerza y espacio propios y, por ahora, no se ve que el nuevo líder cívico los posea. Puede ir construyéndolos si, por ejemplo, abre la entidad cívica a sectores que ahora tienen peso específico en la realidad cruceña o si pone en marcha nuevas formas de lucha regional que, por supuesto, convoquen, aglutinen, movilicen y renueven compromisos.
Larach se estrenó en las calles como nuevo presidente del Comité Pro Santa Cruz con una marcha que no pasó de ser una acción testimonial si ponemos la medida en perspectiva. Las batallas definitivas están por venir y para encararlas, urge una nueva agenda cívica de prioridades que, sin renunciar a lo establecido por los cabildos, trace el camino de distinta manera.
Hago estas puntualizaciones desde La Paz, una región huérfana de conducción cívica desde hace décadas, observando con preocupación que la estrategia del desgaste aplicada en el paro de los 36 días se está repitiendo en el conflicto que lleva siete semanas sin grandes reivindicaciones para el magisterio urbano movilizado. Parece que aquí también urge revisar el método de lucha.
Pronto la coyuntura nacional, cargada de fuertes dosis de crisis económica, exigirá de los liderazgos cívicos, sociales, ciudadanos, políticos e institucionales claridad en los objetivos, pero también en las formas para alcanzarlos.
El autor es periodista
Columnas de EDWIN CACHO HERRERA