El sol se les escondió y la luna se les escapó, no los “ilumina” MÁS
Et tu, Brute? “¿También tú, Bruto?” Esta es la frase que, según las malas lenguas, habría pronunciado Julio César en el momento de ser ejecutado.
Aunque históricamente no existe certeza de que la dijera el militar y político romano, lo cierto es que se la ha interpretado como un símbolo de traición.
Cayo Suetonio, biógrafo romano, menciona que algunas personas abrían oído decir a César: “¿También tú, hijo?”, al ver entre los conspiradores a Marco Junio Bruto que, algunas fuentes, infundadamente, afirman que era su hijo.
La conspiración contra Julio César se origina cuando algunos senadores advierten en el político a un dictador perpetuo, sobre todo en la restauración de la monarquía. La traición se consolida cuando sus hombres de confianza urden un plan y matan al tirano en “los idus de marzo”.
Salvando las distancias temporales e históricas, algunos tiranos de ahora no están exentos de tal determinación, hay casos memorables. Otros, en cambio, están destinados al olvido o al eterno desprecio.
Pero ¿cuál es la interpretación teórica que se podría obtener sobre los caudillos autoritarios “Nescafé” (instantáneos), surgidos en los últimos tres lustros en Latinoamérica? Una común desgracia los une irremediablemente: la diminuta formación social, política, humana, ética y moral para enfrentar los desafíos de su gobierno. Frente a estas carencias, el cacique propone y dispone del autoritarismo como método administrativo coercitivo.
Según Michael Foucault: “El poder no es una propiedad sino una estrategia. En consecuencia, el poder no se posee, se ejerce”.
Desde ese concepto, el caudillismo autoritario en Latinoamérica: Venezuela, México, Ecuador, Bolivia, Argentina, Colombia, Cuba, Nicaragua, son ejemplos claros de regímenes que impusieron e imponen su voluntad a la libertad de sus sociedades, sus determinaciones a las de la democracia, sus poderes fácticos al libre albedrío, la figura monolítica a la del nombrado por una decisión colectiva, la perpetuidad en el poder por la alternancia democrática.
Pero hay otro cordón umbilical que une a estos caudillos tiránicos; su caída es inminente, a corto o mediano plazo y, cuando se produce, hace mucho ruido.
En Bolivia, Evo Morales Ayma está en esa metamorfosis. Durante 14 años ejerció un poder autoritario que soslayó toda renovación y alternancia, no sólo en el seno de su partido, sino, en un contexto nacional. Ahora, tras convertirse en un transeúnte más de esta Bolivia acongojada, se ve despojado de su poder fáctico, de sus órdenes que eran ley y de todos los que, sumisos, balaban al unísono.
¿Qué ha sucedido en el gallinero político del MAS en estos casi cuatro años, sin la voz de mando del jefazo y sin ejercer el poder desde la casita del pueblo?
No es que sus leales hayan tenido una gran revelación de democracia y de alternancia en el modo de ejercer el poder, tampoco que hayan surgido líderes iluminados que, arrepentidos, asumiesen otra línea política más abierta y colectiva, menos que hayan tomado conciencia de que el poder debe ser utilizado para hacer el bien en aras de una sociedad libre y próspera.
¡Nada, señor!
Simplemente se hartaron del mandamás, de la opresión, del marginamiento y de la alternancia, ahora sí, de poder y de decisión. Entonces surgió, especulo, la voz del más allá que les retumbó en el cerebro y en la conciencia: es hora de que nosotros, los que te encumbramos, los que te empoderamos, y los que te llevamos durante 14 años al éxtasis político y económico, asumamos el poder, así como lo describe George Orwell en Rebelión en la granja. El poder debe ser entregado, de facto, a otras instancias. Las decisiones y la voz de mando deben pertenecer ahora a otras personas.
Así se renueva el poder. Se equiparan las órdenes y las obediencias y se alinean los chacras.
Entonces, es obvio que surjan los Brutos, no precisamente para urdir un plan macabro, pero cuando menos para llamar a la desobediencia del partido único y forjar nuevas filas políticas. No sé si llamarle traición, yo le pondría el título de sublevación legítima masista ante los 14 años de sometimiento y mordaza.
El caso del exvicepresidente Álvaro García Linera es la tapa de la olla. El consejo que le dio al jefazo fue un balde azul de agua fría: “Deje gobernar a Arce” o, “No desangren el instrumento”.
Pero, por Dios, “¿también tú, Bruto?”.
Sí, pero no en forma de traición, sino en modo: comencemos a hablar de 2025 que a mí también me interesa tomar ese trufi.
¡Señor! Alvarito desentonó. ¿Qué castigo se le dará?
Seguramente ninguno, por lo bajo alguna mentada de madre cotidiana, o como dijo un alto dirigente del MAS, no amerita expulsar al exvicepresidente Álvaro García Linera.
No obstante, la declaratoria de “enemigo” de parte del dueño de casa. Nuevo mejor enemigo, diría yo.
Al final de cuentas, el “matemático”, como lo llamó el temerario y siempre recordado Pajla, Xavier Albó, fue el que hizo una labor encomiable para encumbrar y empoderar a Morales. Recordemos algunas de sus frases célebres: “El presidente Evo es la resurrección del pueblo indígena, el presidente Evo es como Cristo resucitado, es como el pueblo indígena que ha resucitado”, esto lo dijo el 1 de abril de 2018.
“Si lo dejan solo (a Evo Morales), lo van a crucificar, nos van a degollar, nos van a hacer comer con los perros, la derecha”, 7 de abril de 2016.
Pero el que más me flipa es el discurso, casi astronómico y por qué no decirlo, astrológico, pronunciado el 25 de noviembre de 2015 durante la campaña del referéndum por la reelección: "El presidente Evo, si tiene apoyo, construye colegios; si no tiene apoyo, regresarán los gringos, regresarán los vendepatrias, regresarán los asesinos y a las wawas les van a quitar todo y no habrá destino, y va a haber llanto, y el sol se va a esconder y la luna se va a escapar, y todo va a ser tristeza para nosotros, no se olviden”.
El mundo andino es circular, todo vuelve a ser, a renacer. El sol puede bajar su intensidad (intiwatana, solsticio de invierno) pero renace con mayor fuerza y brillo (willkakuti). La luna puede ‘ocultarse’ (killa wañuy, o Luna negra) pero también renace en un plenilunio que reivindica el cambio, ese que Bolivia necesita con urgencia. “No se olviden”.
En este mundo cíclico del eterno retorno, las palabras de García Linera se revirtieron. ¡Sí! El sol se les escondió y la luna se les escapó, no los “ilumina” MÁS. La profecía se cumplió a cabalidad.
El autor es comunicador social
Columnas de RUDDY ORELLANA V.