Invasión rusa
Un año de la invasión rusa a Ucrania. Y como en todo aniversario, nos encanta hacer balances. Lo primero: la guerra está lejos de terminar. Eso sí, Rusia dice tener control sobre la quinta parte de Ucrania, y ésta responde que los territorios a los que se hace alusión fueron recuperados.
La ONU calcula que al menos 7 mil civiles han muerto, mientras que cerca de 13 mil han sido heridos.
Si de soldados hablamos, el Gobierno de Volodímir Zelenski aseguró en diciembre que entre 13 mil y 10 mil de sus soldados han muerto en los combates y cifra en más de 140 mil las bajas causadas entre los militares rusos.
Las regiones con mayor mortandad han sido Donetsk y Lugansk.
La Oficina de Derechos Humanos de la ONU cree que las cifras reales podrían ser considerablemente más altas porque falta información de varias localidades.
En este contexto, Estados Unidos ha anunciado esta semana el envío de mayor ayuda a Kiev y más sanciones para Moscú, mientras que la ONU ha vuelto a pronunciarse a favor de que “Rusia retire todas sus fuerzas militares de Ucrania de manera inmediata, completa e incondicional”.
Es que para la mayoría de los países del mundo, la movilización de tropas es más una invasión, un acto de imperialismo. No hay dónde perderse.
Sin embargo, 39 países apoyan abiertamente la posición rusa, entre ellos, Bielorrusia, Corea del Norte, Eritrea, Mali, Nicaragua y Siria, mientras que otros 32 prefirieron abstenerse, o lo que es lo mismo, no comprometerse, pero a la vez dar el aval con el silencio. Quien calla otorga.
Entre estos últimos países figura Bolivia, que nunca durante todo el año se ha pronunciado en contra de la invasión rusa.
El periodista Andrés Gómez resume las tres paradojas de Arce: 1) dice que recuperó la democracia en Bolivia, pero apoya las dictaduras de Ortega y Putin; 2) Bolivia se declara país pacifista, pero apoya la invasión rusa a Ucrania, y 3) se declara antiimperialista, pero respalda el imperialismo ruso.
Desde este medio, la posición es clara: condenamos la invasión (más aún si ésta es bélica), venga de donde venga, al margen de ideologías que se impongan a nivel mundial, y nos pronunciamos a favor de la soberanía, y hacemos votos porque los conflictos se resuelvan de manera pacífica y concertada.
Las razones de la búsqueda de este ideal deberían ser mayores si éstos se hallan presentes en la Constitución, las leyes y los acuerdos internacionales a los que Bolivia está suscrito.
Cualquier otra posición que esté subordinada a la simpatía política o ideológica es censurable.