¿Tren rentable?
Cada vez nos acercamos más a la hora de que el Tren Metropolitano demuestre que los 447 millones de dólares invertidos en el proyecto y los siete años de trabajo físico valieron la pena; de que pruebe tanto su utilidad como su rentabilidad y que no se convierta en un nuevo teleférico paceño.
Después de casi dos meses de socialización y de viajes gratuitos de más de 41 mil pasajeros, la administradora Mi Tren estableció la semana pasada la tarifa de 4 bolivianos para la línea verde, aunque el recorrido, por ahora, es sólo Cochabamba-Quillacollo, con cuatro salidas diarias. El boleto preferencial para estudiantes, ancianos y personas con discapacidad se mantiene en 2 bolivianos.
Como es natural, una vez que se comienza el cobro, merman los pasajeros. Algo parecido ocurrió con la línea roja (tramo a Valle Hermoso), que desde el 17 de noviembre cobra a los pasajeros 3,50 bolivianos general y dos bolivianos, tarifa preferencial. Además, tuvo algunos viajes en los que no superaban las 10 personas cuando la capacidad de cada uno de sus vagones es de 66 pasajeros.
Hoy ocurre lo mismo con la línea verde. Esta situación, obviamente, divide las opiniones de los potenciales usuarios entre los que consideran que los pasajes son módicos y los que vaticinan un fracaso.
El viaje en trufi Quillacollo-Cochabamba cuesta 2,50 bolivianos, y en micro, solo 2. El tiempo invertido es casi el mismo, con una ligera ventaja para el tren. Además, el destino del tren para un pasajero del valle bajo deberá ser necesariamente la parte sur de La Cancha. Quienes deseen llegar al centro o la parte norte de la ciudad de Cochabamba seguirán empleando nomás los medios tradicionales.
Con estas cifras, los expertos prácticamente han desahuciado la rentabilidad de la obra. Desde Mi Tren, sin embargo, han pedido hacer números sólo una vez que el sistema esté completo, con sus tres líneas (la roja, la amarilla y la verde). La roja está completa. La verde tiene pendiente aún obras en los tramos de Vinto y Sipe Sipe. Y la amarilla, hacia Sacaba, no sólo no tiene una piedra colocada, sino que, la semana pasada, los vecinos y los colectivos ambientalistas rechazaron el trazo por las riberas del río Rocha poniendo en verdadero riesgo su ejecución y sacando de quicio al mismo Ministro de Obras Públicas. Las razones no son para menos, pues hay serios cuestionamientos técnicos y ambientales.
Así las cosas, no parece aún hora de hablar de rentabilidad. Quizá funcione. Pero, por ahora, el asunto no es muy auspicioso.