Sobre una condena injusta
La señora Danitza Luna ha respondido a mi columna del domingo pasado, dice que ha comido mucha basura para ello, y le creo. Me siento obligado a responder algunos de los puntos que ella toca, porque su lectura de mi columna es cuando menos sesgada y cargada de preconceptos. Ella cree que yo soy parte de una campaña pro impunidad orquestada y puedo asegurarle que no soy parte de campaña, de grupo ni de lobby alguno, no hay algo así como “Hombres Creando”, que yo conozca. De hecho no conozco en persona a ningún miembro de la familia Kuschner, aunque sí he tenido contacto con ellos expresando mi solidaridad, por una proceso, que genuinamente creo injusto.
La señora Luna dice también que no muestro ninguna empatía por la joven señora que falleció esa terrible madrugada. Quiero aclararle que en sí tengo la mayor empatía, siento como cualquier ser humano normal una tremenda pena por la muerte de una persona joven y por una niña que quedó sin madre y por una madre que quedó sin hija. Me conmueve obviamente una muerte, como cualquier muerte, y si tuviera la certeza de que ella fue asesinada, seguro que también estaría clamando por un castigo por el asesino.
Lo que sucede es que no puedo imaginar un plan para asesinar a una persona, en la que el supuesto asesino se va de un lugar y la supuesta víctima sale corriendo tras él, esa escena simplemente me impide ver un plan para matar a la joven señora y, por lo tanto, no puedo creer que se trate de un asesinato, ergo un feminicidio.
La señora Luna dice que me paso por el arco de triunfo todo el proceso legal que duró cuatro años (muy francesa su expresión). Efectivamente no le doy valor de verdad absoluta a un juicio en Bolivia, tiene que ver con experiencias pasadas, como la condena al doctor Jehry Fernández, condenado por un crimen que nunca tuvo lugar, ante todo a causa de una histeria mediática, y de jueces tremendamente corruptos e incapaces. No señora Luna, en nuestra bella patria no se puede tomar por correcta y verdadera ninguna sentencia. Ésa es una tragedia y es obviamente un tema que sobrepasa esta discusión.
Creo que el juicio contra el señor Kuschner fue llevado de muy mala manera desde el primer momento y esto debido a la incidencia mediática que tuvo el hecho. Kuschner fue condenado la mañana del accidente, acusado con vehemencia de feminicida y fue detenido en esa condición. El hecho de estar alcoholizado mientras manejaba un coche lo lleva a una situación muy compleja en cuanto a su responsabilidad por la muerte de la señora Aramayo, pero no puede convertirlo en un asesino, aunque una ley mal redactada abra el espacio para ello.
Una justicia verdadera tiene que ponderar en primera instancia la intencionalidad de un acto y negar la importancia de este gran detalle es simplemente negar buena parte de la historia de la modernización y humanización de la justicia, es un atentado contra los derechos de todos los ciudadanos.
La señora Luna coloca en el mismo saco al Señor Kuschner y a Richard, el asesino de las tres jóvenes que fueron halladas enterradas en la casa de la familia del individuo, y es precisamente ese tipo de asociaciones las que desvirtúan la idea de ver en el primero a un asesino. Kushner no tiene antecedentes de hombre violento.
Existen todavía dos instancias antes de que se consuma por completo una condena injusta. El arresto domiciliario sigue siendo una privación de libertad, pero podría dar mínimamente un respiro a alguien cuya presunción de inocencia no sólo debe ser respetada constitucionalmente (aun habiendo una sentencia en primera instancia), sino con la esperanza de que sólo se condene a alguien con la pena máxima de nuestra economía jurídica solamente si se tiene la más absoluta certeza de su culpabilidad.
El caso Kushner puede convertirse en un caso emblemático de una injusticia enorme cometida en nombre de una causa noble. No dejar impunes a asesinos de mujeres no debe llevar a condenar por asesinato a personas que, eventualmente (o ni siquiera eso), cometieron un homicidio involuntariamente.
Columnas de AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ