Otra reconstrucción “blancoide” y excluyente
Andaba temeroso, quizá por viejo o por amenazas de bombas “sucias”, que yo creía era ropa interior de soldados friolentos sin agua corriente. Seguía el tira y afloje de una poderosa Rusia, que debe tener muchas cartas bélicas para acoquinar a una Ucrania respondona, mientras la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que hoy tal vez incluye a Chipre, que creía que era más sur oriental que norte europea. Lo peor, la Europa Unida (EU) quizá accedería a los 38.000 millones de euros que Zelensky pide para pagar sueldos y pensiones, en vez de invertirlos en superar diferencias económicas y lingüísticas de obesos vejancones con cabezas nevadas como sus inviernos.
Confieso que era mucha dosis de romántico idealismo desear un Plan Marshall para el mundo, más aun si la plaga de contaminación ambiental alcanza ahora al cinturón de chatarra espacial que abraza al planeta Tierra. Menos mal que la Agencia Boliviana Espacial almacena “raspapinchetes” para el carnaval y no hay plata para otro satélite nacional con yapa para corruptos mandamases.
Tanta mención de asuntos espaciales, no especiales, tiene origen en insondables galaxias y agujeros negros que, aclaro, nada tienen que ver con apetecidas protuberancias y oquedades femeninas. Soy poco científico contando millardos de años luz, pero sospecho que detrás de tantos ceros se esconde Dios, jugando a las escondidas con astrónomos que manejan eventos del espacio como si los entendieran.
Sea lo que fuera, si en el mundo andan preocupados con el cambio climático y la contaminación ambiental, solacen sus depresiones especulando si tal explosión estelar o cual asteroide inadvertido chocará con la Tierra, algo tan improbable como si la vida se reduciría a insectos laboriosos o formas de vida submarina que dependen de arrecifes sin restos de redes plásticas. ¡Qué importa, torta, si para entonces estaremos observando gusanos que degustan carne putrefacta!
En efecto, en vez de “hacer vaquita” para reunir fondos millonarios para pagar pensiones y salarios en Kiev, bien podrían financiar recicladoras de basura en Cochabamba, aunque aumenten los avasalladores de tierras en La Angostura. ¿Qué tal maestrías de limpieza de ríos nauseabundos en el Rocha y aguas envenenadas en el Madidi?
Pero no. En la actual porfía por parcelaciones coloniales, los poderosos prefieren dejar África para los negros, ya que los descendientes europeos de los Bóer viajarán sin trabas a California, y ¡que se jodan los migrantes latinos! China se vengará del siglo de la humillación del opio y a las armas británicas con otras pandemias mundiales por comer monos y víboras. Los estadounidenses tendrán que reconocer aportes asiáticos a sus ferrocarriles, y pedir disculpas por los campos de concentración de sus japoneses. Los magnates árabes se mezclarán con europeas ávidas de petrodólares; entrarán a clases “blancas”, aunque ellos vistan cachuchas y batones desérticos y coman cordero con la mano, que la otra no es divina. Se pondrán de moda los ojos rasgados, que saben mejor si enjuagados en tinas marmóreas perfumadas de fragancias con ácido “hialurónico”.
Como estoy acostumbrado a perder, apostaré a que seguiremos con la basura contaminante, hasta que un planeta desconocido choque con la Tierra. Las probabilidades están del lado de las hecatombes espaciales, pese a los astrónomos que apuestan a coincidencias inciertas donde el lado divino no truena ni suena.
Eso sí, seguiré deslumbrándome con la magia de coloridas reconstrucciones hipotéticas o ficcionales, porque la ciencia y los estudiosos mantendrán mis respetos. Es algo que deberían recordar quienes deciden la política educativa de esta patria digna de mejor suerte y de menos corruptos. ¿Acaso se van a llevar al más allá las monedas de sus latrocinios? Según algunas creencias religiosas, a lo más que pueden aspirar es a evitar reencarnarse en cucaracha, que alguna resentida moreteada consorte por ahí aplastará con su escoba.
Columnas de WINSTON ESTREMADOIRO