¿Por qué los bloqueos son el pan del día en Bolivia?
Según reporte de la Fundación UNIR, se presentaron en el país 262 conflictos en el primer trimestre de este año, un promedio de 87 por mes y tres por día, de los cuales 38 derivaron en bloqueos de carreteras, un promedio de 12 a 13 por mes.
Estos datos implican graves afectaciones para el país, desde la pérdida económica de $us 8,3 millones diarios, hasta la exclusión de Bolivia del corredor bioceánico que unirá el Atlántico y el Pacífico. Pero cabe preguntarnos, ¿por qué el bloqueo de caminos sigue siendo el medio de presión favorito para la sociedad civil? Iniciamos señalando que el modelo centralista de gestión estatal es insuficiente para atender las demandas locales en el país; si analizamos a detalle los 38 conflictos que derivaron en bloqueos, se produjeron por problemas locales que podrían haber sido gestionados por los municipios, caso bono escolar, construcción de infraestructura, dotación de alimentos entre otros, pero que en realidad son difíciles de solucionar por los vicios del sistema político y la estructura centralista de gestión pública.
Esto sucede porque en primer lugar muchos de los errores de gestión de las autoridades electas inician en las campañas electorales sobredimensionadas, ya que fiel al estilo político boliviano de proponer por proponer muchas las propuestas y agendas de gobierno de los políticos no tienen un sustento técnico y económico, y en la mayoría de los casos son inviables. Pero eso poco les importa a los políticos y con esa estrategia consiguen hacerse del poder. El problema viene después cuando no pueden garantizar el cumplimiento de las promesas y son presas de sus opositores, que usan la falta de cumplimiento para generar inestabilidad o forzar la ruptura del orden constitucional cambiando alcaldes y gobernadores.
En segundo lugar, va a ser imposible que las gobernaciones y municipios logren satisfacer las demandas locales, porque van en aumento, producto de la necesidad de recuperación económica pos-Covid y la crisis económica mundial, pero los recursos locales son insuficientes y en su mayoría ya están comprometidos al cumplimiento de las promesas electorales del gobierno central. Es decir, de cada Bs 100 que tienen las gobernaciones y municipios sólo llegan a administrar Bs 30; el 70% ya viene preasignado por el gobierno central a cumplir competencias y tareas definidas. Por último, y lo más importante, en el país se ha instaurado el matonaje político, en el cual de un tiempo a esta parte se gestan conflictos sobre todo a autoridades electas que no pertenecen al partido de gobierno y no porque se ha diseñado, sino porque para los políticos quien más desestabiliza una gestión, y aplasta a quien no es de su línea, es considerado un buen líder; entonces, se gestan conflictos también como una forma de visualizarse políticamente y agradar a las alas radicales del partido gobernante, para hacerse de un espacio mayor de poder.
Sin embargo, lo cierto es que si los políticos trabajaran seriamente sus propuestas mediante un análisis técnico-analítico, y dejaran la demagogia electoral, no darían espacio a que les desestabilicen y, claro, se tiene que discutir la repartición de recursos entre los niveles de gobierno, porque está claramente demostrado que un desarrollo local es más efectivo para erradicar la pobreza que un desarrollo desde el pesado centralismo estatal.
Columnas de CÉSAR AUGUSTO CAMACHO SOLIZ