Los Chuquiago Boys contra el mutante estanflación
En la semana que termina el Banco Mundial (BM) ha sacado su último informe sobre las Perspectivas Económicas Mundiales en el cual, sin anestesia, se menciona que hay un riesgo de estanflación, una mutación económica que no aparecía desde los años 70. Es decir, una situación en la que simultáneamente se tiene recesión económica e inflación elevada, salarios carcomidos por la subida de precios y la gente perdiendo el trabajo. ¿Cómo llegamos a esta situación?
Contemos la historia corta. En el periodo 2019 y 2020, la pandemia y las cuarentenas rígidas, que se impusieron prácticamente en todas las economías del mundo, generaron un shock de oferta. Es decir, de un día para el otro, los Estados mandaron a cerrar fábricas, colegios, comercios y obligaron a la gente a quedarse en su casa. Estas medidas hicieron que la mayoría de las economías del mundo entren en recesión, o sea, que sus economías registren caídas significativas en el producto y el empleo. El costo de parar la Covid-19 fue mandar a las economías al fondo del pozo económico.
Para revertir la profunda crisis económica, la mayoría de los gobiernos del planeta, incluyendo Bolivia, optó por políticas fiscales y monetarias expansivas. A saber, aumento del gasto y la inversión pública, diversas transferencias y bonos para la gente, perdonazos parciales de deudas, reducción significativa de las tasas de interés para facilitar el acceso al dinero y otras medidas destinadas a activar la demanda agregada de las economías.
Los resultados de estas operaciones de salvataje tuvieron sus primeros efectos positivos en 2021. Por ejemplo, la economía mundial creció al 5,7%. Latinoamérica tuvo un desempeño que llegó a 6,7% e inclusive Bolivia registró una tasa de crecimiento de 6,1%.
El rápido reverdecer económico, sin embargo, tuvo un costo. La inflación se disparó en 2021. Por ejemplo, en Estados Unidos la subida de precios llegó al 8,3%. En Europa, a 8,1%. En América Latina, la inflación subió al 6,6%. Sin embargo, excepcionalmente Bolivia registró una tasa menor al 1%. Los precios de todas las economías comenzaron a subir por el ascensor rápido, en gran medida debido al overshooting (pasada de rosca) con las políticas de gasto. Pero también se presentaron problemas por el lado de la oferta, como la lenta recuperación de las cadenas de distribución y logística del comercio mundial, la escasez de contenedores y la ruptura de las cadenas de producción. Si bien había preocupación con este salto en la inflación, se esperaba que, en algunos meses, se corregirían los problemas de suministros y el sobrecalentamiento de la economía bajaría de temperatura.
Sin embargo, vino la invasión de Rusia a Ucrania que produjo la rápida subida de los precios del petróleo, el gas natural y varios cereales, como el trigo y el maíz. Esto fue como gasolina en el fuego de la inflación. Los precios continuaron subiendo y la situación se complicó porque continuaron los cuellos de botella logísticos en el comercio internacional y China volvió a una cuarentena rígida.
Para controlar el incendio de los precios, se debía retirar el oxígeno monetario. La manera de hacer esto son las políticas monetarias contractivas. Es decir, los bancos centrales de los países desarrollados han comenzado a subir sus tasas de interés encareciendo el precio del dinero y así van deteniendo la inversión privada. La frenada en seco de la política monetaria, ciertamente, está produciendo una desaceleración de la economía con diversas intensidades y amenaza que varias economías vuelvan a registrar resultados negativos en el PIB, es decir, vuelvan a la recesión.
Pero dadas las rigideces por el lado de la oferta, los precios del petróleo, el gas y los alimentos no bajarán rápidamente y no se resolverán tan pronto los cuellos de botella en el comercio internacional. Ahora bien, eso significa que, pese a las acciones heroicas de los bomberos de los bancos centrales, las llamas de la inflación no cederán tan fácilmente. Entonces, estamos frente al fenómeno de la estanflación, alertado por el BM. El PIB cuesta abajo en la rodada, rumbo al sótano de la economía y los precios en el ascensor rápido, en dirección a la azotea.
Vamos a los datos. La economía mundial después de una vigorosa recuperación en 2021 de 5,7% vuelve a crecer a tan sólo la mitad. En 2022, tendrá un desempeño de 2,9 % y tan sólo 3 % en 2023 y en 2024.
América Latina también, después de un salto importante de 6,7%, en el excepcional año 2021, volverá a arrastrarse hacia la planta baja del edificio económico y crecerá, en 2022, tan sólo 2,5% y en años posteriores al 1,9 % (2023) y 2,4% (2024). Volvemos a volar bajo.
En nuestro caso, el BM sostiene que en el año que transcurre creceremos al 3,9 %. Esto contrasta con el optimismo del Gobierno, que indica un crecimiento de 5,1 %. Para 2023 y 2024, el crecimiento del producto proyectado es bajo: 2,8% y 2,7%, respectivamente.
Por supuesto, los Chuquiago Boys salieron al paso y se han puesto en modo “Pechito de Bronce”. ¡Ñaaaa! Por estas tierras revolucionarias no pasa naranjas. Estamos, como en el pasado, blindados contra la estanflación y los nuevos opinadores económicos como el hermano Evo y otros mutantes del pantano neoliberal. Como miran la economía con un solo ojito, sólo han visto el año 2022 en las proyecciones del BM (3,9%), pero no los siguientes años difíciles y, como es costumbre, han comenzado a mirarse el pupo, echarse flores y hacer paralelismos comparando peras con manzanas. Estamos mejor que Argentina, Venezuela y Haití. Lo dice el BM, no nosotros. ¡Uy! ¡Qué alivio!
Columnas de GONZALO CHÁVEZ Á.