Ser excedido
Los incendios, las mentiras promulgadas sin cesar, la persecución política, las violentas guerras de Evo por la jefatura total de la coca, las venideras leyes (si se aprueban), que son políticas, persecutorias y abiertas a la extorsión; la imparable violencia masista, la corrupción absoluta de la justicia, los incendios. La terminación de la democracia, que está en curso…
Cosas suficientes (aunque no son todas) como para desbordar a cualquiera. Cada una de ellas por sí misma ya es una enormidad, y al mismo tiempo hacen conjunto: el desastre lo cubre todo, está donde se mire.
Uno quisiera salvar su tiempo y su vida cotidiana sin atragantarse de ira, poner distancias, no dejarse arrastrar emocionalmente por la hecatombe que está teniendo lugar, con su aire de fin de mundo. Y también por todo el mundo las tragedias, las barbaridades.
¿Hasta qué punto se podrá seguir viviendo “normalmente” en Bolivia, hasta dónde llegará esta situación desbocada por todo lado? Ahora ya no es seguro, en absoluto, que de aquí a digamos un año, o menos, la vida siga siendo “normal”, por llamar así a este trecho que se va viviendo y en realidad ya saltó fuera de todo quicio.
La cascada de consecuencias originadas en el fraude sigue cayendo, cada vez con más furia. Toda la cuesta abajo que está viviendo el país, incluso, tiene hasta fecha y hora de inicio: el momento justo en que cortaron el TREP en las elecciones del 2019 y empezaron con su fraude.
La figura del excedido es la del que contempla el tsunami en camino, pero ya no tiene tiempo para correr ni abandonar sus libros, y se sirve otra taza de té.
El autor es escritor
Columnas de JUAN CRISTÓBAL MAC LEAN E.