Poética del ocio
“El escritor no trabaja, es un vago casi tan vago como el poeta. Por la noche, las musas lo visitan sin horario establecido, y suelen coincidir con un buen insomnio o con los vapores del licor o el olor de la absenta. La soledad de la página en blanco no existe o, en todo caso, es un truculento invento francés. La única soledad que conoce el escritor es la del vago, puesto que todo perezoso y todo parásito tiene algo de solitario y el escritor no es nadie que trabaje y, la verdad, tampoco se sabe nunca muy bien de qué malvive. Y, por último, aunque no sea ni vago ni parásito y haya heredado una gran fortuna, lo de bicho raro no se lo quita nadie”. (Alfredo Bryce Echenique, en Permiso para vivir)
Por esta semana, les doy vacaciones a los temas políticos que siempre nos agobian y comparto un divertimento publicado en Paréntesis la revista literaria del PEN Santa Cruz. No se lo tome muy en serio y al terminar la lectura, vuelva a trabajar.
1. El movimiento es dolor. La quietud, un acto de fe.
2. Una rosa, el arcoíris, el agua serena de un estanque, los momentos capitales de la belleza, ¿no son acaso obras maestras de la quietud?
3. El ocio es la realidad primera y última.
4. El movimiento (ya lo demostró Parménides) es una ilusión. Pero una dolorosa ilusión.
5. Obra a través de tu ocio.
6. Flojera: nostalgia de la eternidad.
7. Sólo al flojo le es dado el arte de mover montañas.
8. Aspira a la quietud alada de los ángeles.
9. Bienaventurados los flojos, porque serán salvos del infierno del movimiento.
10. El mundo es transformado mediante la contemplación pura.
11. Sólo desde el Punto Quieto puedes entregarte al ejercicio de la voluntad absoluta (aquella que no necesita de movimientos para ser realizada; aquella que dice: hágase, y al instante es).
12. La pieza central del universo, el eje en torno al cual giran el tiempo y las galaxias, Dios, es el Inmóvil, el eternamente quieto.
13. Flojo: aprendiz de Dios.
14. La quietud es gravedad. A mayor sosegamiento, mayor poder de atracción.
15. Todo movimiento necesita de un centro quieto.
16. El trabajo es acción humana. El descanso es acción divina.
17. El mediocre obra; el genio descansa.
18. Perdóname, Padre, por no haber descansado lo suficiente.
El autor es periodista y escritor
Columnas de EMILIO MARTÍNEZ CARDONA