Más allá del discurso
Lo hizo Alexis Dessard, inició una campaña de limpieza en el cementerio de trenes en Uyuni, su siguiente proyecto se centró en limpiar los desechos en los que está enterrado el lago Uru Uru en Oruro. Gracias Dessard, una conmovedora y urgente tarea de librar a estas geografías hermosas de una creciente montaña de basura que, además, se multiplica en nuestro país.
Esta labor iniciada por el joven francés, nos alegra o alivia, pero al mismo tiempo, nos preocupa pensar que quienes comandan la defensa del medioambiente en nuestro país –autoridades y secretarías que tienen el poder de gestión respecto del cuidado y prevención del progresivo ecocidio– parecen haber diluido la defensa activa y plantean discursos de una retórica rimbombante y poco efectiva a la hora de concretizar acciones que salvaguarden a nuestro territorio de un inminente desastre ambiental.
Si el 22 de abril es el Día Internacional de la Madre Tierra instaurado en 1970, el tema no pierde vigencia ni un solo día, sobre todo en nuestro país. En este contexto cabe preguntarse ¿Qué pasa en las áreas protegidas?, ¿sabemos cuál es el grado de afectación por la construcción de carreteras, el crecimiento de fronteras agrícolas, la minería o los nuevos asentamientos humanos?, ¿qué pasa con la región de la Amazonía?, ¿qué pasó con los guardaparques despedidos de su función fundamental en términos de preservación forestal?, ¿qué sucede en las ciudades y los alarmantes niveles de contaminación? Y finalmente ¿qué hacemos como sociedad civil para defender nuestros recursos naturales?
Desde esta columna reafirmamos la importancia de tomar conciencia de que el consumo irracional de los recursos del planeta hace que todo se vuelva insostenible. Percibimos a diario los efectos del cambio climático y no podemos negar sus consecuencias. Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente afirma que “América Latina y el Caribe es una región biológicamente rica con complejos contrastes políticos, sociales y naturales. Sin embargo, las economías comparten una fuerte dependencia en productos primarios y recursos naturales, que son responsables de alrededor del 50% de todos los productos de exportación. Las áreas urbanas continúan creciendo junto con las poblaciones, unido con un mayor consumo en la clase media. Esto ha llevado a una situación en la que la calidad del aire en las ciudades ha bajado”.
Nos sumamos a ese recordatorio, a ese frente vital en la agenda de nuestro país y convocamos a que, desde las instancias pertinentes y desde cada uno de los que vivimos en Bolivia, repensemos en que, a pesar de las gestiones efectivas de ciudadanos como Dessard, debemos cuestionar las condiciones del tan mentado desarrollo y las consecuencias de impulsar modelos extractivistas y la poca conciencia ambiental que se diluye o se pierde en esa tan lejana y manoseada idea del “vivir bien” porque definitivamente no vivimos nada bien y en el futuro creo que viviremos peor, dada la realidad concreta que supera a los discursos.
La autora es escritora
Columnas de CECILIA ROMERO