Océano Ártico: problemas ambientales y geopolíticos
Al contrario que su contraparte austral donde existe un continente helado (Antártida) el Ártico es puro hielo. Y éste ha ido disminuyendo progresi-vamente debido al calentamiento global. Se ha pronosticado el casi total deshielo ártico para fines del presente siglo XXI, algo realmente catastrófi-co. El área de influencia del Círculo Polar Ártico incluye a Dinamarca (po-seedora de Groenlandia), Estados Unidos (por Alaska), Canadá, Islandia, Suecia, Noruega, Finlandia y Rusia. Años atrás, Vladimir Putin ordenó desplegar una bandera rusa de titanio en el fondo del Polo Norte, creando conmoción en la comunidad internacional por dicha acción, ejercida por un submarino nuclear.
A falta de un tratado formal como el que sí existe para la Antártida se creó el Consejo Ártico, un foro intergubernamental para fomentar la coopera-ción, coordinación e interacción entre los estados parte y con la participa-ción de las comunidades indígenas de la región. Ha funcionado bien pero no tiene el poder efectivo de su par antártico; es más un foro de consultas y búsqueda de consensos.
Se calcula que debajo del océano Ártico existen gigantescas reservas de minerales, gas y petróleo. Ahora que el deshielo permite la explotación de algunos de esos recursos y se han abierto varias zonas aptas para nuevas exploraciones, se están creando susceptibilidades de todo tipo. La firma de un tratado Ártico formal de paz y de cooperación se impone, ya que sola-mente así se podrá regular la protección del medio ambiente, lograr armo-nía en la explotación de materias primas e intentar conciliar las diversas pretensiones territoriales sobre el lecho marino. Por otro lado, la Conven-ción del Mar de 1982 deberá ser revisada para lograr acuerdos por el tema de las 200 millas de zona económica exclusiva.
Los expertos vaticinan una crisis mayor –y de proporciones universales– si prosigue el deshielo polar ártico y se liberan materiales tóxicos hacia la atmósfera. Todos los países del área obviamente tienen y tendrán su opi-nión, pero la verdadera solución (o el conflicto) se dará entre el oso ruso y el águila estadounidense. El Ártico es el punto focal ahora de un posible conflicto ruso-americano. A medida que la capa de hielo ártico se derrite están surgiendo nuevas rutas comerciales de navegación y nuevos desafíos geopolíticos. Rusia ha reconstruido su presencia militar en la zona y EEUU procedió de la misma forma; ambos poseen flotas de rompehielos equipados para la guerra antisubmarina. La OTAN ha expresado preocu-pación por el aumento de los movimientos navales rusos cerca de la estra-tégica brecha GIUK (Groenlandia, Islandia, Reino Unido) y hasta China también pretende –por cuenta propia– intentar explotar recursos árticos. El panorama es álgido y cambiante.
Mientras el deshielo avanza ha habido incendios forestales, el magnífico oso blanco –símbolo ártico por definición– está al borde de la extinción y otros problemas ecológicos, ambientales y humanos están cada vez más complicados por el cúmulo de intereses económicos surgidos en esa con-flictiva zona del mundo. Sin ir muy lejos, cabe hacer notar que las instala-ciones rusas de petróleo y gas en el Ártico representan el 45% de su capa-cidad productiva.
El Ártico sigue en vilo, esta vez hasta con presencia militar. Ojalá se lo-gren entendimientos que brinden tranquilidad a esa región; urge solucionar pacíficamente asuntos pendientes, poder explotar en armonía sus ingentes recursos naturales e intentar detener el desastre ambiental.
El autor es economista y politólogo, www.agustinsaaverdaweise.com
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