La curiosidad, la naturaleza y nosotros
Cualquier hijo de vecino habría corrido por su “chancla” para aplastar al “bicho” invasor , que además de temeroso por su terrible aspecto teje una telaraña en pareja para dejar un centenar de huevos en jardín “ajeno”.
Así reaccionaría el común de la gente al encontrarse frente a una horrorosa araña, en las pocas áreas verdes que quedan en la ciudad y que resaltan como un oasis en el desierto.
Pero un lector, que escribió a Los Tiempos, se tomó el trabajo de enviarnos la foto del ejemplar que halló, preocupado por averiguar si se trata de una especie venenosa.
Este sencillo, pero a la vez gran detalle evidencia la importancia de reflexionar a cerca de la convivencia diaria que tenemos los ciudadanos con nuestro entorno natural.
Sin duda, los desastres relacionados al deslizamiento de tierras en Caranavi, la crecida de ríos que invaden zonas pobladas o la deforestación de Ivirizu en el Parque Carrasco son sólo algunas consecuencias de la estrecha relación depredadora de la mano del hombre.
Arrasamos bosques, propiciamos la erosión, poblamos las orillas de los cauces de los ríos y aniquilamos, sin pena, cientos de especies vegetales y animales.
Y así y todo nos creemos la especie más inteligente y desarrollada...
Estas líneas se inspiraron en esa poca gente, que, como nuestro lector, respeta los espacios y especies del planeta e intenta –pese al temor que pueda surgir del encuentro con un “bicho” desconocido– convivir con la naturaleza y con lo que habita en ella.
Los Tiempos consultó con dos especialistas: Ricardo Céspedes, paleontólogo, director del Museo de Historia Natural, y Luis Fernando Aguirre, biólogo, quienes nos informaron que esa araña, muy común en los jardines, es de la especie Argiope Argentata, es sociable, tranquila y para nada venenosa.
Periodista de Los Tiempos
Columnas de NORMAN CHINCHILLA