Mejores vías, peores conductores
Uno de los aspectos en los que más ha trabajado el Gobierno durante estos 12 años es el tema de infraestructura: vial, escolar o deportiva.
Imposible no halagar esos avances que eran urgentes para integrar al país y facilitar el transporte; para brindar techo y buenas condiciones a los alumnos para el aprendizaje y ¡como no! para impulsar la práctica deportiva que crea mentes, cuerpos y generaciones sanas.
Respecto de las carreteras, es innegable que las nuevas construidas, las ampliadas y las mejoradas por el Gobierno de Evo Morales son un gran avance en la integración del país y un enorme impulso al aparato productivo y al bienestar de decenas de miles de bolivianos que pueden desplazarse con mayor facilidad y rapidez entre los lugares donde viven y otras localidades.
Sin embargo, esos beneficios se ensombrecen, en varios casos, con deficiencias y carencias en las obras camineras que las hacen riesgosas para el tráfico: como la vía La Paz-Achacachi, mal señalizada, donde hace poco más de un mes murieron 17 personas como resultado del choque frontal de dos minibuses.
Pero la mayoría (el 75%) de las tragedias que cada día suceden en las carreteras bolivianas resultan de la imprudencia de los conductores, de su ignorancia de las reglas esenciales de tránsito, su estado de ebriedad y de las fallas de los vehículos cuyas condiciones técnicas son deficientes.
Y esos factores crecen al mismo ritmo del parque automotor, pues la licencia de conducir no es garantía de que su titular conozca y aplique las reglas básicas para la seguridad de todos.
Periodista de Los Tiempos
Columnas de NORMAN CHINCHILLA