Triple desperdicio y único desprecio de las gestiones de Evo Morales Walter Guevara Anaya
Tal vez el mayor mérito de los sucesivos gobiernos de Evo Morales es haber ampliado la participación ciudadana en la vida política, social y económica del país. No cabe duda que mucha más gente se siente incluida hoy que hace 12 años. Su mayor pecado es haber desperdiciado tres cosas muy difíciles de obtener: un gran capital político, un enorme capital económico y un valioso capital internacional.
Ningún presidente desde el retorno a la democracia a partir de 1979 fue electo con mayorías superiores al 50% con las que Evo Morales fue electo cuando presentó su candidatura a la presidencia en 2005, 2009 y 2014. A esto se añade que ningún gobierno desde la fundación de la república contó con los gigantescos ingresos con los que dispuso Evo Morales para gobernar, habiéndolos obtenido gracias a las inversiones hechas por gobiernos anteriores en la exploración de hidrocarburos y en la construcción de gasoductos a países vecinos. Estas inversiones rindieron frutos colosales cuando el precio internacional del petróleo se disparó por las nubes hasta su máximo nivel en 2014, manteniéndose relativamente alto desde entonces.
Con semejante capital político sumado a tan vasto capital económico Evo Morales pudo haber transformado la economía y la política del país para siempre. En lo económico su gobierno se vanagloria de haber industrializado todo lo industrializable, siendo así que ni siquiera invirtió lo necesario en la exploración de nuevos pozos de gas y petróleo, poniendo en riesgo la economía meramente extractiva que sustentó todas sus gestiones. Y en lo político reforzó los peores rasgos de la cultura política boliviana, males endémicos como son el clientelismo, el prebendalismo, el caudillismo y la corrupción.
En lo internacional Evo Morales tuvo el gran mérito de plantear una clara demanda contra Chile ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Si la ganamos Chile enfrentará una obligación de negociar con Bolivia una salida soberana y útil al Océano Pacífico. Lamentablemente el terreno para esa negociación ha sido sembrado de dificultades por las numerosas declaraciones hostiles del Presidente Evo Morales contra autoridades chilenas. No cabe duda que estas declaraciones incrementan el capital político del Presidente Morales ante un electorado poco informado, pero lo hacen a costa del objetivo final, que es una negociación exitosa con Chile.
A este triple desperdicio (económico, político e internacional) se añade un total desprecio de la voluntad popular expresada tanto en el referéndum constitucional del 25 de enero de 2009 que aprobó un límite de dos mandatos presidenciales así como en el referéndum del 21 de febrero de 2009 que reiteró la voluntad de que ningún presidente exceda dos mandatos.
El principal ideólogo del gobierno ha sido sincero al preguntar en una entrevista publicada por El Deber a fines de febrero de 2018: “¿usted cree que vamos a rifar la re-postulación de Evo por un apego abstracto a la norma?” Eso quiere decir más o menos lo siguiente: “si no podemos contar con una genuina mayoría electoral que nos asegure el triunfo mediante el voto popular, pues retocaremos los resultados de las elecciones a nuestro gusto o finalmente suprimiremos las elecciones de 2019 y gobernaremos mediante una asamblea nacional constituyente tal como lo ha hecho Nicolás Maduro en Venezuela.”
Es una estrategia que está claramente expresada en el lema del escudo chileno: “Por la Razón o la Fuerza.” Por el contrario, la estrategia de la inmensa coalición ciudadana que se opone a las imposturas del gobierno se resume en el lema “Fuerza de la Verdad.” Este lema fue enarbolado por el abogado hindú Mahatma Gandhi contra el Imperio Británico, que se desplomó en gran parte por lo que hizo un solo hombre mediante la imparable fuerza de la resistencia pacífica. Hoy ese hombre somos una gran mayoría de los bolivianos.
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