Don Hernán
Hoy día es para recordar con alegría, y continuar manteniendo el compromiso con las responsabilidades republicanas. Hoy día, a las 15:00, debiéramos hacer escuchar la voz nacional de todos nuestros pueblos con la música de bocinas y cohetes; hay que remover la conciencia de los adormecidos que se olvidaron que no hay libertad sin lucha
¡Qué simpática paradoja histórica que permite que este día de movilizaciones recordando los 35 años de regreso a la democracia, tenga el nombre de don Hernán Siles Suazo!
El recuerdo de esos momentos, y sus dificultades, sirvan para darle el valor a lo que ocurrió ese domingo en el que juró como Presidente Constitucional luego de tres elecciones fallidas. La transición no había logrado que los sectores más reaccionarios de los militares y la sociedad boliviana, permitiera el reconocimiento del triunfo de la Unidad Democrática y Popular. La izquierda democrática con el movimiento ciudadano y cultural más auténtico, había convertido en fiesta el fin de las aventuras golpistas. Cada uno de nosotros desde el lugar en el que estábamos, vivimos el sueño que se iniciaba. Los perseguidos políticos, los exiliados y los demócratas sin espíritu de venganza, de repente se convirtieron en autoridades públicas, ministros, prefectos y alcaldes.
La salida política de darle al Congreso elegido en las incompletas elecciones de 1980 la representación ciudadana, fue la solución para que terminen los gobiernos de facto. No era la mejor opción consideraba don Hernán, pues la conformación del Parlamento no era propicia para la gobernabilidad como después se demostraría, pero como hombre comprometido con el país, así lo aceptó.
Me tocó acompañar los años de la transición desde el Ministerio de Defensa Nacional bajo el liderazgo de José Ortiz Mercado. El trabajo permitió ir abriendo la Caja Negra de los gobiernos militares y la capacidad política de José, al incorporar la categoría de “ciudadanos de uniforme”, logró una inflexión que supusimos en ese momento, era irreversible. “Sin el pueblo, no hay guerra que pueda ganarse” era la consigna para que los militares institucionalistas pudieran hacer su trabajo en una tropa educada como institución tutelar de la patria, y por ello, con veleidades mesiánicas. Los últimos jerarcas de aquellos tiempos guardan detención, sin derecho a indulto.
Pero hoy día es para recordar con alegría, y continuar manteniendo el compromiso con las responsabilidades republicanas. Hoy día, a las 15:00, debiéramos hacer escuchar la voz nacional de todos nuestros pueblos con la música de bocinas y cohetes; hay que remover la conciencia de los adormecidos que se olvidaron que no hay libertad sin lucha.
Y desde la quietud más profunda de nuestro compromiso con la democracia y por quienes ayudaron a construirla, volvamos a cantar “Canción con todos”, “De regreso”, y repitamos junto con Canto Popular las estrofas de “Los pueblos de gesto antiguo” que retumban en los caminos de la patria: “Me gustan los pueblos chicos de gesto antiguo/de gente que da la mano y saludo al sol/que sabe ganar la vida y ganar la muerte/allá me voy a vivir/con gente que planta un árbol y enciende amor…”
El autor es abogado.
Columnas de CARLOS HUGO MOLINA